- El sector privado reclama ayudas directas para poder sobrevivir a la nueva paralización
Los empresarios españoles admiten la necesidad de controlar la pandemia, pero rechazan de pleno que el Estado de Alarma anunciado el domingo por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se prolongue durante seis meses -hasta el 9 de mayo- por las consecuencias que tendría sobre la economía.
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, se mostró el lunes contundente: «Podemos compartir las medidas pero no los plazos, pensamos que esto hay que revisarlo de forma más periódica (…) ¿Qué hacemos con la Semana Santa? ¿Nos la cargamos directamente con falta de confianza porque planteamos este plazo de mayo? Yo creo que es una auténtica barbaridad», afirmó durante el XXIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar.
«Tenemos que prever cómo resistir con mucha menos actividad y además sin la campaña de Navidad y tampoco la de Semana Santa. Va a ser imposible resistir más meses con menos medidas. Llevamos meses pidiendo certidumbre y anticipación y vemos una vez más improvisación porque falta un plan para paliar los efectos que va a tener esta decision», señaló este lunes Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, en declaraciones a elEconomista.
Una demanda que hizo suya este lunes también el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, al reiterar la necesidad de que el Gobierno inyecte de manera urgente ayudas directas a las empresas por 50.000 millones de euros, al margen de los fondos de recuperación de la Unión Europea.
La declaración del estado de alarma golpea de nuevo a la economía española y pone en cuarentena todas las previsiones. En este sentido, la decisión impacta especialmente sobre los dos sectores más castigados por la pandemia, el transporte y el turismo. Las nuevas medidas dan la puntilla a ambas industrias y amenazan con retrasar la reactivación del sector al verano, dando por perdida la Navidad y la Semana Santa.
La nueva oleada de restricciones a la movilidad y el ocio impuesta en las últimas semanas por las comunidades autónomas, de hecho, ya se ha dejado notar en las aerolíneas, que ven cómo la demanda vuelve a caer respecto a septiembre y ya están revisando a la baja la programación de noviembre. No en vano, las medidas afectan de lleno a la movilidad nacional lastrando el tráfico doméstico, el único que ha tirado en un entorno marcado por la paralización de la demanda. Según Aena, el tránsito de viajeros internacionales cayó un 90% en septiembre, mientras que el doméstico descendió un 58%, suponiendo el 47% de los pasajeros. En septiembre de 2019 era el 18,3% (datos ajustados).