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Foto de un gran campo de arenas bituminosas en plena explotación. Foto de iStock.
 

A los pies del majestuoso pico Frentes, el pequeño pueblo de Fuentetoba en la provincia de Soria, fue escenario de una historia singular: el descubrimiento de arenas petrolíferas, un recurso que muchos pensaron que podría transformar la economía de la región. Con menos de 400 habitantes, Fuentetoba vive de la agricultura y el turismo rural, donde su entorno natural y el emblemático salto de agua de la Toba atraen a ciudadanos de toda España cada año. Sin embargo, hace casi dos siglos, el hallazgo de arenas bituminosas o petrolíferas en sus tierras despertó la esperanza de convertir a este rincón soriano en una rica fuente de energía al igual que hoy lo es la región canadiense de Alberta, de cuyas arenas bituminosas ‘brotan’ cientos de miles de barriles de crudo cada día. Sin embargo, la historia de Fuentetoba ha tenido un final muy diferente, pero que merece la pena ser contado.

Jorge Navarro, vicepresidente de la Asociación de Geólogos y Geofísicos Españoles del Petróleo (AGGEP) y profesor universitario, recoge esta historia en un artículo académico titulado ‘Explotación minera de areniscas asfálticas y exploración de petróleo en Fuentetoba’. Este experto destaca de forma minuciosa el potencial que estas arenas bituminosas representaron para el pueblo, aunque finalmente todo quedó en una anécdota que pasará a la historia de la industria petrolera española. Esta explotación junto al petróleo de Burgos han sido dos de los eventos más importantes de la industria del petróleo en España.

«Estas areniscas asfálticas comenzaron a explotarse a mediados de siglo XIX cuando se inician los primeros ensayos del uso de asfalto en la pavimentación de algunas calles de Madrid. Desde el comienzo de su explotación fueron varias las compañías, emprendedores, aristócratas, ingenieros, geólogos, mineros y trabajadores que participaron en la actividad minera, no solamente en Fuentetoba , sino también en sus alrededores. Su aprovechamiento fue llevado a cabo de manera intermitente durante unos 70 años… prolongándose su explotación hasta la década de 1920, cuando la actividad fue abandonada definitivamente» señala este experto y profesor universitario especializado en geología y petróleo.

Uno de los estudios más detallados sobre el potencial de Fuentetoba fue elaborado por la firma Thompson & Hunter. En su informe se afirmaba que «existen enormes cantidades de areniscas bituminosas, pudiendo asegurarse la existencia de varios millones de toneladas». El informe también señalaba que las capas de arenas eran regulares y con un espesor adecuado para su explotación. Con un contenido de bitumen superior al 9% recomendaba realizar varios sondeos para confirmar el potencial de estas reservas. Con estos datos parece lógico que las esperanzas puestas en este proyecto fueran cuantiosas.

Otro buen ejemplo del potencial de estas tierras se expuso en 1906, cuando el ingeniero de petróleos belga Paul Legrand visitó la zona y se introdujo en la mina conocida como ‘Maceda’ para estudiar los diferentes niveles de areniscas asfálticas que estaban siendo explotados. Según Legrand, estas manifestaciones de asfalto, identificadas tanto en la superficie como en el subsuelo, sugerían la presencia de una cuenca petrolera que podía extenderse por el centro de la provincia de Soria. La mina Maceda alcanzó su máximo nivel de producción precisamente en 1906, con la extracción de 1.565 toneladas de mineral asfáltico. Para esa época, la mina contaba con 26 operarios trabajando tanto en la extracción como en la fábrica local, donde se trataban las arenas para la obtención de asfalto. Sin embargo, apenas dos años después, en 1908, la actividad minera en Maceda fue suspendida. Todo hace indicar que la compañía responsable de la explotación decidió paralizar las operaciones para dar salida a sus grandes existencias de mineral de menor calidad provenientes de otras minas en Álava, gestionadas por la Compañía Española de Asfaltos Naturales de Maestu-Leorza.

En 1907, un nuevo intento de exploración en la provincia fue llevado a cabo en Quintana Redonda, a unos 16 kilómetros al suroeste de Fuentetoba. La Compagnie Ibérique des Mines, una sociedad constituida en Bélgica y dirigida también por Legrand, comenzó la perforación de un pozo exploratorio con el objetivo de investigar el mismo nivel estratigráfico de las areniscas bituminosas de Fuentetoba, pero a mayor profundidad. El equipo técnico incluyó a la compañía belga Société Anonyme des Forages et des Prospections Minières, con la dirección técnica del ingeniero polaco Leon Fedorowicz.

 

El pozo de Quintana Rodonda

El pozo de Quintana Redonda fue uno de los primeros trabajos en España en emplear técnicas avanzadas de perforación, como el aislamiento de los acuíferos someros. Sin embargo, la perforación se enfrentó a grandes dificultades, y después de atravesar unos 450 metros de areniscas y arcillas, una avería técnica interrumpió la operación. Finalmente, la falta de materiales y varias roturas del equipo obligaron a abandonar la perforación.

La producción en Fuentetoba retomó su impulso en 1915, cuando el Instituto Geológico de España (IGE) encargó un informe a los ingenieros de minas Guillermo O’Shea y Carlos Fernández-Maquieira. Ambos visitaron la zona y revisaron los afloramientos, minas y pozos, ya en ruinas. O’Shea elaboró un informe detallando los rudimentarios métodos de extracción y argumentando sobre la importancia de realizar sondeos profundos en la zona. Sin embargo, el informe concluyó que, aunque la explotación minera de las areniscas asfálticas tenía cierto interés, el área no podía ser considerada una zona petrolífera de gran escala.

El IGE recomendó, sin embargo, continuar con la perforación de al menos tres nuevos sondeos exploratorios. La esperanza de encontrar petróleo en el subsuelo impulsó al Consejo Provincial de Soria a solicitar una perforación de investigación que revelara los «tesoros que encierra el suelo de esta provincia». No obstante, la perforación fue postergada, y los intentos de reactivar la explotación se vieron nuevamente afectados por dificultades técnicas y la competencia de nuevos productos derivados del petróleo.

Durante la Primera Guerra Mundial, el aumento de los precios del petróleo renovó el interés en las arenas bituminosas de Fuentetoba. La sociedad Petrol S.A. Española construyó una planta de destilación y adquirió maquinaria, infraestructura y tierras en la zona, abriendo pozos mineros adicionales en la falda del pico de Peña Cruz, en el municipio de Fuentetoba. A pesar de contar con equipos eléctricos avanzados y un proceso innovador de destilación, los problemas estructurales en las galerías de las minas y los accidentes laborales dificultaron el desarrollo de una producción continua.

 

Aunque la compañía Petrol S.A. Española logró una producción inicial de gasolina y aceites derivados de las areniscas bituminosas, los costes y los desafíos operacionales terminaron llevando a la compañía a cesar su actividad en 1923. La quiebra de su principal entidad financiera, el Banco de Barcelona, en 1920, y la entrada de nuevos productos asfálticos derivados del crudo convencional hicieron que el proyecto en Fuentetoba resultara insostenible.

Las arenas bituminosas son hoy muy conocidas en el mundo del petróleo. En la actualidad se asocian, principalmente, con las grandes reservas en Canadá, que gracias a las arenas de Alberta se ha convertido en uno de los mayores productores de petróleo del mundo. No obstante, «la explotación de arenas bituminosas en España comenzó antes de que estas fueran consideradas una fuente de crudo potencial en otras partes del mundo», explica Navarro. Sin embargo, la falta de infraestructura y la baja demanda de productos asfálticos en aquella época limitaron las posibilidades de explotación, y el proyecto se abandonó tras extraer unas 10.000 toneladas de material.

La comparación con Canadá, aunque muy alejada de la realidad, resulta inevitable. En Alberta, las vastas reservas de arenas bituminosas, que abarcan aproximadamente 140.000 kilómetros cuadrados, han impulsado la economía del país, convirtiéndose en el cuarto productor mundial de petróleo. Aunque las reservas de Fuentetoba no alcanzan ni por asombro la escala de las canadienses (con una extensión en superficie unas mil veces mayor), la composición y calidad del recurso son semejantes (la extensión reconocida de las arenas asfálticas en Fuentetoba es de unos 160 km2) . En Canadá, la explotación de las oil sands ha convertido a este país en una potencia energética, con un 77% de su producción de crudo proveniente de estas arenas. De contabilizarse como reservas convencionales, Canadá ocuparía el tercer lugar mundial en reservas de petróleo, después de Venezuela y Arabia Saudí. Según explica Navarro, «la extracción de este tipo de crudo es compleja y costosa, requiriendo el uso de vapor o procesos de minería a cielo abierto», métodos que en su momento eran una auténtica quimera para la industria que trabajaba en España.

La explotación de arenas bituminosas no solo requiere grandes inversiones, sino también estabilidad en los precios del petróleo para que el proyecto sea rentable. En Canadá, el auge de la industria se produjo cuando los precios del crudo alcanzaron niveles que justificaban los altos costes de producción. A medida que los precios del petróleo aumentaban, el país pudo atraer capital y consolidar su industria de arenas bituminosas, pero Fuentetoba no corrió con la misma suerte, no solo por falta de inversión, también porque las arenas bituminosas de esta zona de Soria no tienen las mismas características que las de Canadá, ni la misma extensión, de tal manera que no podrían ser igual de rentables.

Segunda oportunidad para Fuentetoba

No obstante, la historia de Fuentetoba no terminó en 1923. La presencia de arenas bituminosas en superficie, llevaron a los geólogos a pensar que podrían ser la evidencia de un sistema petrolífero más profundo. Para confirmarlo, se requerían estudios exhaustivos que incluyeran análisis geológicos de superficie, adquisición de datos geofísicos y la perforación de pozos exploratorios. Así, entre 1928 y 1929, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) perforó un pozo en la zona al pie del Pico Frentes, cerca de la antigua fábrica donde se procesaban las arenas para la obtención de asfalto. A pesar de las expectativas, la perforación presentó numerosos desafíos técnicos debido a la fragilidad de las areniscas, que colapsaban frecuentemente. El pozo alcanzó 398 metros de profundidad, atravesando varias capas asfálticas que contenían cantidades variables de hidrocarburos, aunque con limitaciones para su explotación comercial.

Con el paso de los años, la exploración de hidrocarburos en Fuentetoba continuó levantando gran interés en la industria y el sector público. En 1933, el IGME reservó tres zonas en Soria, entre ellas Fuentetoba, como áreas prioritarias para la investigación petrolífera nacional. Sin embargo, la Guerra Civil española paralizó estos estudios, y no fue hasta 1945, tras la contienda, cuando el IGME reanudó las exploraciones. Se perforó un nuevo pozo en la localidad vecina de Villaciervitos, aunque nuevamente con resultados poco alentadores.

Campsa, la compañía estatal española de hidrocarburos, realizó campañas geológicas y geofísicas en la zona tras la Guerra Civil, pero no se obtuvieron datos que justificaran nuevas perforaciones. En 1957, Campsa obtuvo un permiso de exploración para un área de 3.000 hectáreas en Fuentetoba. En esta etapa, se perforaron once pozos poco profundos, pero las investigaciones concluyeron que la explotación no sería rentable, y Campsa renunció al permiso en 1966.

En 1963, el consorcio Amospain perforó el pozo La Cuenca-1 en un anticlinal de superficie cercano a las antiguas explotaciones de asfalto. Aunque el pozo alcanzó una profundidad de 1.013 metros, no se hallaron indicios de hidrocarburos. Posteriormente, en 1971, Campsa realizó una campaña sísmica y perforó el pozo Aldehuela-1 en la Sierra Llana, aunque nuevamente sin éxito. Estos resultados llevaron a la conclusión de que las expectativas de encontrar yacimientos rentables en la zona eran escasas, y la exploración en Fuentetoba fue finalmente abandonada.

El interés en estas arenas asfálticas ha disminuido, ya que el asfalto encontrado en superficie se considera el producto de la degradación de un petróleo más ligero y su presencia es limitada. A pesar de la rica historia de exploración en Fuentetoba, se concluyó que la presencia de hidrocarburos es muy localizada y restringida a pocas áreas, con un potencial bajo para obtener una producción comercial de petróleo en esta región.

Hoy, Fuentetoba sigue siendo un pequeño pueblo con un encanto natural que atrae a turistas interesados en sus paisajes, cascadas y rutas de senderismo. El contexto ha cambiado, y la presión por reducir las emisiones de carbono hace que la explotación de arenas bituminosas sea cada vez menos atractiva desde el punto de vista ambiental. Navarro advierte que «la explotación de arenas bituminosas requiere una gestión cuidadosa y grandes cantidades de agua y energía, factores que actualmente plantean serios retos ambientales».

Pese a toda la expectación e intentos realizados, la explotación de arenas bituminosas en España es una página casi olvidada de la historia del petróleo, pero refleja la importancia de la geología en el desarrollo económico.