Las instalaciones sirvieron para evitar inhabilitaciones y fomentar el fraude de biocombustibles

Diversas tramas de hidrocarburos -empresarios que buscaban hacer negocio en el sector petrolero eludiendo el pago del IVA (impuesto sobre el valor añadido) y la mezcla que se exige de biocombustible (en torno al 10% del carburante debe ser verde)- se valieron de las plantas de biodiésel en diferentes puntos del territorio para delinquir.
La principal razón de hacerse con estas instalaciones, según fuentes conocedoras del asunto, es que estas cuentan con un título de operador (producen un combustible que se vende al por mayor) cuya licencia les sale más económica que comprar una operadora. Además, les sirve para continuar en el negocio cuando se inhabilita a sus operadoras por fraude de hidrocarburos.
Según las mismas fuentes, la segunda razón que llevaba a estos empresarios a comprar plantas de biodiésel se debe a que esas fábricas no solo generan el propio biodiésel que envían desde su depósito fiscal, sino que además permiten crear certificados de biocombustibles por cada tonelada que producen, que es la otra opción que exige el Ministerio de Transición Ecológica si no se cumplen los mínimos exigidos en las mezclas.
Debido a la falta de eficiencia por parte del Ministerio de Hacienda para descubrir el origen del fraude del IVA, Transición Ecológica ha optado por una vía más rápida, que consiste en eliminar las compañías acusándolas de fraude de biocombustibles (es decir, aquellas que no mezclan el combustible con biodiésel o que no compran los certificados ‘verdes’). Según diversas fuentes, hoy existen en España muy pocas fábricas de biodiésel controladas por este tipo de tramas por falta de recursos económicos.
Por otro lado, controlar una planta de biodiésel también causa otro fraude, como es hacer pasar biodiésel de primera generación (que se obtiene a partir de cultivos agrícolas) por biodiésel de segunda generación (residuos que no compitan con la cadena alimentaria, como, por ejemplo, aceite de cocina usado).
Un reglamento del biodiésel llamado de «doble contabilidad» permite que cuando un biodiésel es de segunda generación, cuente el doble, por lo que no es necesario llegar a mezclar un 10,5% sino un 5,2%. La trazabilidad de estos compuestos es compleja y llevaría años detectarlo al Estado.
Producción del biodiésel
El biodiésel se produce de dos formas: por esterificación (el método que más se utiliza, a través de cualquier tipo de grasa animal o vegetal) y por hidrotratamiento (solo usan este sistema los refineros porque es muy avanzado, ya que usa hidrógeno). Sobre el primero, la grasa de cerdo suele ser muy reclamado por las fábricas porque genera un líquido muy transparente. Para ello existe un mercado destinado a la producción de biocombustible con lonjas con grasa no apta para consumo humano y que cuenta con precios oficiales diarios.
na vez que se genera ese biodiésel se mezcla con el conocido en el gremio como «diésel diésel» (que es el refinado). Hay dos formas de hacerlo. Por un lado, in tank (en tanque), que consiste en mezclar el biodiésel sobre un tanque de diésel refinado en función del porcentaje mínimo que se exige; por otro, on line (en línea), que se lleva a cabo a través de dos tuberías que contienen biodiésel y «diésel diésel» y que rellenan un camión cisterna hasta conseguir la mezcla que se pide por el ministerio.
El sector del biodiésel se está recuperando después de haberse visto perjudicado por las tramas que controlaban muchas de las plantas y también por la intervención de la Unión Europea para acabar con el biodiésel chino, que perjudicó mortalmente a una gran cantidad de plantas de biodiésel de Europa, incapaces de competir.