Se espera que en un futuro los combustibles de este tipo rebajen su carga impositiva

José M. Zapico

Publicado: 21/03/2025  •  04:30

Adiós al petróleo. Despedirse de los hidrocarburos parece ser la intención de Repsol, que, poco a poco, y de manera silenciosa, está reduciendo la presencia de sus derivados en sus gasolineras. Si empezaron por la electricidad, para cargar a coches eléctricos, el siguiente paso es liquidar, de entrada, el gasoil.

Se llama Nexa, y cuesta lo mismo que el combustible diésel de gama alta que la compañía sigue ofreciendo en muchas de sus estaciones de servicio. Sin embargo, apenas contamina, y carece de petróleo en su composición. De esta guisa, no queda del todo claro si puede ser denominado gasoil, porque aunque su rendimiento es el mismo, exactamente gasoil no es, sino algo que funciona igual.

El usuario no notará nada distinto al conducir, el surtidor es igual, los coches y camiones que lo utilicen no apreciarán un cambio en el comportamiento de su motor. Tampoco tendrán que modificar nada, añadir filtro o aditivo a

La petrolera emprendió hace dos años el plan de expansión de este nuevo combustible 100% renovable, y a día de hoy suma entre España y Portugal, 937 estaciones de servicio donde distribuye Nexa; 882 en territorio nacional y 55 en el país vecino. Repsol posee una red de unas 3.300 gasolineras en la piel de toro, y 400 en el país luso. El plan hasta finales del año pasa porque acaben siendo casi el doble, 1.500; la mitad del total, aproximadamente.

La compañía distribuye con esta novedosa oferta tres combustibles diésel. El más barato y popular es el denominado e+, y en el extremo alto se encuentra el e+10. Nexa, el «ecológico», está en una zona media de precios, a unos 9 céntimos por encima del más barato, a un precio equiparable al de la opción más cara, y con un rendimiento afín. Ante la mínima diferencia, Repsol ha detectado en el último año un incremento por surtidor de un 7 % desde que se implantó, y creen que irá a más, en una jugada que desplaza a su gasoil más costoso y energizante.

Y si no lleva petróleo, ¿de dónde sale? Pues del mismo sitio que los huevos fritos: de las cocinas. Es el llamado UCO, o Used Cooking Oil. La energética recoge en sus estaciones de servicio el aceite usado, entrega a cambio de cada litro 30 céntimos de saldo a través de su aplicación Waylet, y lo lleva hasta su planta de Cartagena.

Esta fase requiere de su propia logística, en un viaje inverso al que hace el combustible ya generado. De momento esta posibilidad se puede realizar en más de 500 estaciones de servicios de Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia y Aragón. En el futuro, se estima que la expansión de los puntos de recogida se extienda por el resto de comunidades del país.

Con el UCO ya en la planta de Cartagena, se procesa y en un proceso fisicoquímico, se desguazan las partículas del aceite ya en desuso, y se reconfiguran en nuevas moléculas útiles para los motores de combustión. Con ellas, refinan un combustible 100 % renovable que reduce en un 90 % la emisión de CO₂ a la atmósfera comparado con el procedente del petróleo. Todavía no consigue un balance cero durante su uso, pero no añade más a lo ya existente, porque este CO₂ se absorbió previamente.

Repsol puso en marcha esta planta en 2024, la primera de la península ibérica en dedicarse a producir los llamados combustibles, renovables o HVO. Su materia prima básica son los aceites usados, pero desarrollan la tecnología para utilizar restos de material procedente de rastrojos y restos biológicos procedentes de la agricultura y el campo.

Desde entonces, los 67 millones de litros de combustible Nexa producido vendidos han evitado que entre 173.000 y 194.000 toneladas CO₂ haya ido a parar a la atmósfera. Equivaldría al funcionamiento de entre 80.000 y 90.000 coches eléctricos de cero emisiones.

 

Un proyecto más grande

El gasoil-sin-petróleo no es el único refinado cartagenero. Otro de los productos que allí se producen es el SAF, o combustible renovable para aviones. La normativa europea obliga a que en el queroseno que utilizan los aviones haya diluido al menos un 2 % de este tipo de combustibles.

Las regulaciones de Bruselas hacia la descarbonización obligan a las compañías aéreas a cargar un 2 % de SAF diluido en su fuel. Bruselas apunta a que en 2050 suponga el 70 % del consumo en todo aquello que cruce por nuestro espacio aéreo. Al igual que en los coches, las aeronaves no requieren de ningún tipo de modificación, y usarían el SAF del mismo modo en que hoy utilizan el Jet A-1 actual.

La infraestructura ya existe, los métodos de distribución no cambian, el usuario no modificará sus costumbres, las estaciones de servicio seguirán donde están, y no hay que modificar los vehículos. Los beneficios clave son dos. Por un lado, se rebajará la emisión de CO₂, con un equilibrio entre lo emitido y lo eliminado durante el proceso. Los coches sí emitirán gases, pero la cantidad se compensa en un 90 % debido a la eliminación del resto en el proceso productivo.

Prolongar la vida útil de los vehículos

Por otro lado, en España hay 14,9 vehículos diésel. Tras el Dieselgate, este tipo de motores fueron demonizados, a pesar de que los propulsores más avanzados de última generación apenas arrojan NOx —que es el gas realmente tóxico— a la atmósfera. Con este tipo de biocombustibles se podrá prolongar la vida útil de muchos de estos coches y camiones, al tiempo que cumplen la reglamentación medioambiental más estricta.

 

 

Esto conduce a otra pregunta. Gran parte de la carga impositiva de los hidrocarburos se debe a tasas por contaminación. Un 47 % del precio de la gasolina se debe a impuestos, que son un 43 % para el gasoil. El GLP paga solo un 22,7 % porque se le considera un combustible menos nocivo; no recibe la etiqueta de «ecológico», pero casi.

Pero con impuestos de combustible más contaminante

El Nexa rebaja las emisiones de forma espectacular, pero como alimenta a motores de gasoil, tiene los impuestos y tasas de aquel. Esta es la razón por la que se espera que en un futuro, y con base en decisiones de calibre europeo, los combustibles de este tipo rebajen su carga impositiva, y con ello, su precio de venta al público.

El mundo se dirige a la descarbonización, y esta es la jugada más silenciosa de todas, casi imperceptible. En el futuro llegarán más noticias en este sentido. Sin ir más lejos, el mundial de Fórmula 1 se dispara con este tipo de combustibles. En las carreras, el público contaminará más que los monoplazas… a menos que también usen ese tipo de gasolina.

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