Ya no hay tiempo para impedir por ley su venta, ni Presupuestos para penalizarlo
El coche diésel pone luces largas para salir del túnel en el que entró hace unos meses cuando la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaró su defunción. Desde aquel «el diésel tiene los días contados», el Gobierno de Pedro Sánchez ha ido dando pasos hasta poner fecha al final del motor de combustión (gasoil y gasolina), que se situó en el 2040 para la venta y en el 2050 para su circulación.
Toda esta estrategia, argumentada en la necesidad de reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, se ha encontrado con el rechazo del la potente industria del automóvil (que genera un 10 % del PIB, con 17 fábricas y 300.000 empleos). La misma que ayer celebraba, aunque de forma contenida, porque aún no es oficial, que el Gobierno se haya quedado sin tiempo y sin Presupuestos para ejecutar su cruzada contra el diésel.
La precipitada convocatoria de elecciones generales para el próximo 28 de abril provocará la disolución del Parlamento el 5 de marzo, lo que provocará que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, en el que se sentarán las bases de la transición energética que viene, incluida la prohibición por ley de los vehículos de combustión, y que el Ejecutivo podría aprobar este viernes, se convierta en un documento de intenciones de escaso recorrido y nula tramitación parlamentaria.
Pero es más. Fuentes del sector aseguran que el borrador del anteproyecto de ley de cambio climático ha sido corregido a última hora para evitar poner fechas al final del motor de combustión.
Desde la industria aseguran tener constancia directa de esta marcha atrás de última hora de fuentes ministeriales. La Moncloa pudo haberles confirmado que la fecha de 2040 para el final del diésel es un «horizonte negociable», y que se muestra ahora abierta por completo a aplazar la fecha límite que había anunciado.
De ser así, cobrarían mayor sentido las palabras de la titular de Industria, Reyes Maroto, que la semana pasada aprovechó su asistencia al congreso nacional de la patronal de los concesionarios para afirmar que las tecnologías basadas en los propulsores de combustión «todavía tienen mucho que decir» y que «no estamos en un contexto en el que se pueda prescindir de estos motores».
El gasoil ya no sube
Pero, además de eso, con el rechazo a los Presupuestos Generales del Estado para el 2019 uno de los nuevos impuestos que decaen, por lo que no se aplicarán de momento, es precisamente el del diésel, con el que Hacienda pretendía recaudar 670 millones de euros. Un tributo que queda congelado.
El Ministerio de Industria se justifica diciendo que ahora los fabricantes de automóviles han logrado una mejora sustancial en el nivel de emisiones de los nuevos motores diésel y gasolina. Consideran, por tanto, que la clave es el rejuvenecimiento del parque móvil, e incentivar la compra de vehículos nuevos, aunque estos estén equipados con motores tradicionales.
Este giro va en línea de lo que siempre han defendido los fabricantes de coches: el verdadero problema de la contaminación atmosférica no está en los propulsores diésel, sino en la antigüedad de muchos de ellos. En el caso de Galicia, la edad media del parque de vehículos en activo supera los doce años.