Hace ya años que Bruselas se puso a trabajar en la electrificación del automóvil europeo, para lo cual diseñó una hoja de ruta que incluía tanto medidas para el fomento de la fabricación y venta de este tipo de automóviles como otro tipo de acciones que penalizaban el uso de los vehículos gasolina y diésel.

Un plan sin fisuras que falló por el eslabón menos esperado de la cadena: los clientes, que han decidido por gran mayoría que no quieren coches eléctricos, sobre todo al precio disparatado que llegaron al mercado y porque les obligaba a tirar a la basura vehículos de combustión en perfecto orden de uso.

Coches a la basura

Bruselas forzó a los fabricantes a diseñar y fabricar toda una generación de vehículos eléctricos de la mañana a la noche, una inversión superior a los 250.000 millones de euros que ha cambiado toda la cadena de producción del automóvil para llenar los concesionarios de vehículos eléctricos.

La fabricación de coches eléctricos tiene poco que ver con la de coches de combustión

La fabricación de coches eléctricos tiene poco que ver con la de coches de combustión

 

Hay que tener en cuenta que fabricar coches eléctricos es otro tipo de industria mucho más parecida a la producción de ordenadores que a la del coches, pues realmente hablamos de ordenadores con ruedas que disponen de una gran batería.

La presión de los fabricantes y de los compradores y la llegada de los coches chinos, que ganan cuota de mercado cada día, ha hecho saltar por los aires la hoja de ruta diseñada por Bruselas, pues el automóvil europeo va hacia su propia destrucción.

Camino del abismo

Esta hoja de ruta incluía que en 2025 los fabricantes cuyas ventas superaran en emisiones la barrera marcada por Bruselas deberían hacer frente a multas millonarias, más de 1.500 millones de euros entre todos los fabricantes. Esto suponía que Bruselas no sólo no iba ayudar en la electrificación europea sino que además iba a multar a los fabricantes… Es lo que la Unión Europea vino a llamar la doctrina CAFE.

Los coches eléctricos van entrando al mercado mucho más despacio de lo previsto

Los coches eléctricos van entrando al mercado mucho más despacio de lo previsto

Ante este dramático panorama Bruselas convocaba este mes de enero una serie de reuniones o foro de automoción en las que pulsar la opinión de los principales agentes del sector, desde los fabricantes a los agentes sociales y compradores.

Hace solo unos días que Bruselas hacía público un sistema de bonos de emisiones que a efectos prácticos suponía un retraso de tres años en el pago de estas multas, un balón de oxígeno que los fabricantes han agradecido de inmediato a través de la patronal europea ACEA.

Café para todos

Hay que tener en cuenta que los fabricantes iban a repercutir estas multas sobre el precio de los coches gasolina, diésel e híbridos, lo que a efectos prácticos se traduciría en un incremento de precio de unos 2.000 euros por unidad.

La otra alternativa que se planteaban las marcas eran reducir las ventas de los coches de combustión para disminuir las emisiones, lo que hubiera tenido el mismo efecto.

Por esta razón este retraso de 3 años en la entrada en vigor de CAFE va a permitir a las marcas vender más coches de combustión, con ello aumentar la oferta y que con ello el precio pueda ajustarse los próximos meses. Una buena noticia que ya celebran tanto marcas como compradores.

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