El próximo 5 de marzo es un día clave para el futuro de la movilidad en Europa, ya que se tomarán decisiones que afectarán de lleno a la industria del automóvil durante la próxima década. Toda esta incertidumbre gira en torno a la normativa CAFE, Clean Air For Europe, que clasifica a los coches en función de los gramos de CO2 que emiten. Algo que ya de por si carece de mucho sentido si tenemos en cuenta que el CO2 no es un gas perjudicial para la calidad del aire, aunque si para el calentamiento global.