- Las familias con menores ingresos serán las que sufran un mayor golpe
- El exceso de ahorro acumulado no compensará la pérdida de poder adquisitivo
- La energía y los alimentos son componentes con una demanda rígida a corto plazo
Se suele decir que la inflación es el impuesto de los pobres y en esta ocasión no parece que vaya a ser diferente. El IPC se ha situado en el 7,4% en febrero, máximos de los últimos 33 años, y todo hace indicar que los precios seguirán subiendo ante la crisis de materias primas que puede provocar la guerra entre Ucrania y Rusia. Como ha señalado el presidente francés Emmanuel Macron, «lo peor está por llegar». Este lúgubre vaticinio puede extrapolarse a los precios con facilidad. Un recrudecimiento del conflicto puede desembocar en una interrupción total del gas y del petróleo ruso que lleva a la inflación hasta el 10%, golpeando de lleno a los bienes de la cesta que mayor peso relativo tienen en los hogares de renta inferior.
Los últimos datos completos que hay sobre el dato de IPC revelan que las grandes subidas de precios se están produciendo en energía y alimentos, bienes con una demanda relativamente rígida a corto plazo (no tienen sustitutos equiparables a corto plazo). Por citar algunos, las harinas y los cereales suben un 10,6%, las pastas alimenticias un 20%, la carne ovina un 12,6%, el aceite de oliva un 30%… pero la palma se la llevan la electricidad (+46,4%) y los combustibles (44,6%). Estos datos aún pertenecen al IPC de enero.
La situación parece condenada a empeorar. Rusia y Ucrania son el granero de Europa además de ser grandes productores de fertilizantes. Todo hace indicar que la base de muchos de los alimentos que tomamos a diarios va a seguir encareciéndose. La inflación se sienta a la mesa de los españoles y los europeos. A lo anterior hay que sumarle un petróleo (112 dólares el barril) y un gas en máximos y subiendo.
No obstante, Màxim Ventura Bolet, economista de CaixaBank Research, «la mayor sorpresa ha venido por parte de la inflación subyacente: ha aumentado seis décimas y el INE avisa que ha habido una subida generalizada en la mayoría de los componentes. En este sentido, parece ser que la filtración de las elevadas tasas de inflación general a los distintos componentes de la cesta se está acentuando». Esto son solo los efectos del primer shock inflacionario. En los próximos meses se podrán empezar a atisbar los efectos del segundo shock que ya está en marcha y podría ser incluso más agudo que el primero.
La inflación podría tocar máximos de 1985
Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, explica en declaraciones a elEconomista que aunque no es el escenario base ni el que contempla Funcas, «la inflación podría alcanzar un pico del 10% (máximos desde 1985) si se produce una interrupción total del suministro de gas y petróleo ruso a la UE. Esto es por tanto un escenario de crisis incrementada que no es descartable, pero que de momento no contemplamos en Funcas», explica el experto.
No obstante, este experto maneja otro escenario con más probabilidades en el que el conflicto no se recrudece tanto y queda acotado en el tiempo. Bajo este marco y «en base a los precios observados en los mercados a plazo de la energía, la inflación podría todavía situarse por encima del 7% durante los próximos tres meses, tocando techo en abril, antes de descender gradualmente hasta finales de año».
Un riesgo para la economía
La inflación se ha convertido así en el principal riesgo para la economía. Desde Funcas apuntan a que «el repunte de la inflación provocará, en primer lugar, una erosión de la capacidad de compra de los salarios en términos reales del 3% en el conjunto del periodo de previsión (hasta 2023)». Torres explica que «el nuevo brote de inflación provocará una desaceleración del consumo de las familias, de la inversión y de las exportaciones, y por tanto de la economía. Pero no hará descarrilar la recuperación».

Este nuevo repunte volverá a estar liderado, al menos al principio, por la energía. Desde Allianz calculan en un nuevo informe que «un aumento de al menos un 30% en la factura energética afectará en mayor medida a los hogares de bajos ingresos. Para 2022, calculamos una factura energética total por hogar de 3.400 euros en Alemania, más de 3.000 euros en el Reino Unido, 2.800 en Francia y un poco menos de 2.000 euros en Italia y España».

«En el peor escenario donde el suministro de energía se corta parcialmente y los precios de la energía aumentan en un 70% adicional (20% de probabilidad), el ingreso disponible medio de los hogares europeos se reduciría en -2,5 puntos porcentuales adicionales. Esto llevaría el coste total a más de -4pp en el Reino Unido y Alemania, y alrededor de 3pp en España, Francia e Italia, lo que equivale a un costo adicional de más de 1.200 euros por hogar», calculan desde la aseguradora alemana.

El exceso de ahorro no será suficiente
Los hogares con menores ingresos serán los más afectados por el aumento de los precios del petróleo y el gas, ya que sus facturas de energía tienden a representar una mayor parte de su cesta de consumo. Los economistas de Allianz han creado una simulación teniendo en cuenta el aumento de la factura energética, la estructura del consumo de los hogares por niveles de renta (divididos en quintiles) y el incremento de renta esperado (aumentos de salarios).
Con todos estos parámetro «encontramos que el aumento de los costes energéticos supone la mayor carga para los hogares británicos y alemanes. La renta disponible de los hogares en estas economías podría caer entre -3 pp y -2 pp, respectivamente, en comparación con -1,5 pp en Francia, Italia y España».
Aunque el ahorro acumulado durante la pandemia puede ser una ayuda, lo cierto es que este ahorro está repartido de forma muy desigual. Las familias con mayores ingresos han acumulado a su vez la mayor parte del ahorro, mientras que los hogares más modestos apenas han incrementado su ahorro durante la pandemia. De modo que el impacto de la inflación tendrá un efecto negativo sobre estas familias que además son las que presentan una mayor propensión al consumo.
«Al analizar la distribución del exceso de ahorro por quintiles de ingresos, los tres primeros quintiles (los de menos renta) solo han acumulan un 10% del exceso de ahorro total (el resto está en los dos quintiles con más renta). Como resultado, el exceso de ahorro no va a poder compensar el aumento en las facturas de energía de los consumidores. En el peor de los casos, el coste sobre el crecimiento del PIB de un menor gasto de los consumidores podría llegar hasta -1,1 pp», según advierten desde Allianz.
Todo lo anterior tendrá un impacto importante en la economía, salvo que los gobiernos usen sus presupuestos para amortiguar el golpe vía transferencias fiscales a los hogares más desfavorecidos o implementando bajadas de impuestos en los componentes de la cesta de la compra más vulnerables a la escalada militar. Pero «sin medidas de apoyo estatal, la reducción resultante en el gasto de los consumidores podría reducir el crecimiento del PIB en -0,6 pp en el Reino Unido, -0,5 pp en Alemania y -0,4 pp en Francia, Italia y España».
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Fuente: eleconomista.es