El mercado petróleo está viviendo unos meses extremadamente convulsos fruto de las fuerzas encontradas que están vapuleando su precio de un lado para otro. La fortaleza de la oferta ajena a la OPEP (EEUU, Canadá, Guyana…) llevó recientemente a los precios del crudo Brent, de referencia en Europa, a perder los 70 dólares por barril. Sin embargo, días después, el crudo llegó a coquetear con los 80 dólares, un salto de diez dólares producto de un ataque de Irán a Israel con misiles balísticos y el miedo a una respuesta frontal de Israel. Sin embargo, esta semana, el crudo cotiza de nuevo en los 73 dólares. Esta montaña rusa, que ahora parece haber vuelto a coger una cuesta abajo, tiene además dos alicientes extra que pueden poner todo patas arriba: Arabia Saudí tiene la capacidad de generar una tromba de petróleo (su capacidad ociosa) que hunda los precios del crudo en un mercado en el que la demanda está flojeando. Esta combinación de factores sería y inédita, generando un gran impacto que llevaría al precio del crudo incluso a los 30 dólares por barril, menos de la mitad del precio actual, según apuntan los expertos de Capital Economics.
Arabia Saudí está produciendo en estos momentos alrededor de 9 millones de barriles de petróleo cada día, muy lejos de los 13,2 millones que bombea EEUU, el mayor productor del mundo de crudo. Sin embargo, Riad tiene un as en la manga: una capacidad ociosa (su potencial de producción) que se estima entre 3 y 3,5 millones de barriles extra, que el reino puede poner en el mercado casi de un día para otro si decide poner a funcionar toda su maquinaria petrolera. ¿Por qué no lo ha hecho? Riad está liderando una estrategia de recortes de la producción de crudo junto a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que pretende mantener el precio del crudo en niveles relativamente altos a costa de perder cuota de mercado. ¿Por qué iba a cambiar Riad de opinión? Parece que Arabia Saudí se ha cansado de los gorrones del petróleo (países que se saltan el acuerdo y producen más de lo comprometido) y porque la estrategia de los recortes está agotada.
Con todo, desde Capital Economics han publicado un informe en el que explican que «ahora que Arabia Saudí tiene los medios, el motivo y la oportunidad de dar un giro a su política petrolera… hemos publicado una serie de actualizaciones sobre la política petrolera de Arabia Saudí, en las que se ha llegado a la conclusión de que ha aumentado la posibilidad de que Arabia Saudí abra el grifo del petróleo, como hizo en 1985 y 2015. Para ponerlo en contexto, estimamos que hay un 30% de posibilidades de que lo haga en el transcurso del próximo año aproximadamente«, aseguran estos expertos.
Esta es una sensación que reina entre todo tipo de analistas, aunque no se atrevan a lanzar una cifra. Un ejemplo son los expertos de BCA Research que comentan que el petróleo está condenado a debilitarse en los próximos seis meses. El motivo fundamental es que «incluso con buenas noticias económicas, anuncios de estímulos de china o problemas en Oriente Medio» la realidad es que «hay suficiente capacidad disponible para compensar cualquier problema de suministro, en particular el iraní». El motivo que esgrimes los expertos es que «las preocupaciones por la cuota de mercado deberían impedir reducir producción a Arabia Saudí» e incluso darle incentivos a acelerar el descenso de los recortes ya impuestos.
En primer lugar, el impacto final sobre los precios del petróleo dependería de cómo Arabia Saudí implemente de forma meticulosa ese incremento de la producción. «Las opciones disponibles para cambiar la política petrolera no son binarias y podrían ir desde simplemente aumentar la producción hasta su nivel de máxima capacidad progresivamente, hasta una situación del tipo «no hay nada que perder», que implique aumentar la oferta lo más rápido posible. Claramente, esto último sería mucho más perjudicial para el mercado petrolero», señalan desde Capital Economics.
En segundo lugar, el impacto de este cambio de táctica por parte de Arabia Saudí en el mercado petrolero dependería de cómo respondan otros productores de petróleo. Las comparaciones históricas muestran que el resto de la OPEP tiende a seguir su ejemplo. Esto quiere decir que, si Arabia Saudí abre los grifos, el resto de los países del cártel también lo hará. «Claramente, cuanto más se incline cualquier cambio de política hacia una situación del tipo «no hay nada que perder», aumentarán las posibilidades de que eso ocurra. La EIA estima que, además de los 3,5 millones de barriles diarios de capacidad de reserva que tiene Arabia Saudí, los productores restantes de la OPEP tienen 1 millón de bpd adicionales».
Estas cifras podrían ser incluso más altas. Los datos que maneja la agencia Bloomberg, según las previsiones del consenso de analistas, apuntan a una capacidad excedente muy superior por parte de los compañeros de Arabia Saudí en el cártel: entre todos, podrían inyectar cerca de 3 millones de barriles diarios en el mercado si consiguen apretar el acelerador y producir al máximo de su capacidad. Eso sí, sin Irán, la cifra total sería de 2,5 millones de barriles, que, combinados con la capacidad excedente de Arabia, alcanza los 6 millones de barriles diarios. Según estos datos que recoge la agencia, la capacidad de producción de la OPEP en este momento es de 33,49 millones de barriles diarios, y sólo están produciendo 26,6 millones.
En tercer y último lugar, un cambio de política petrolera saudí esta vez «se diferenciaría de episodios anteriores porque se produciría en un contexto de debilitamiento estructural del crecimiento de la demanda. Es cierto que cualquier presión a la baja sobre los precios del petróleo podría incentivar una demanda adicional, pero ese impacto probablemente sería pequeño en términos relativos y, fundamentalmente, la demanda no aumentaría lo suficiente como para absorber por completo la marea de petróleo», advierten desde Capital Economics.
La horquilla de posibles escenarios es amplia en este momento. La guerra puede ir a más en Oriente Medio, o poco a poco ir moderándose, igual que ocurre con la guerra de precios de los grandes productores. Sin embargo, el consenso de analistas maneja ahora como escenario central una caída paulatina, pero lenta, de los precios del petróleo en los próximos años. Desde el entorno de los 74 dólares en los que cotiza ahora el barril europeo, los expertos que recoge Bloomberg apuntan, de media, a unos precios de 71 dólares el año que viene, y 70 en 2026. Para 2027 el Brent habrá caído por debajo de los 70 dólares, si se cumplen las estimaciones de los analistas.
Riad ha telegrafiado la apertura de grifo del petróleo
En cualquier caso, la idea de ver a Arabia Saudí abriendo el grifo del petróleo y hundiendo los precios hasta estos niveles no es simplemente una teoría. Desde el propio Reino han abierto de par en par la puerta a esta posibilidad e incluso han cuantificado el impacto de la misma. A comienzos de octubre su ministro de Energía Abdulaziz bin Salman al-Saud dijo en una conferencia con sus homólogos en el marco de la OPEP que si no colaboraban más estrechamente estaban dispuestos a producir a espuertas provocando que el precio de referencia europeo, el Brent, cayese hasta los 50 dólares. «No tiene sentido añadir más barriles, si hay espacio en el mercado, algunos deberían callarse y respetar sus compromisos con la OPEP», explicaba el alto cargo.
Arabia Saudí está pagando un alto precio en dos frentes muy diferentes. En primer lugar, el país asiático se ha encomendado a un ambicioso y costoso plan de megainversiones en todo tipo de sectores para ir haciendo su economía cada vez más dependiente del petróleo. La ‘Visión 2030’ va desde grandes proyectos de minería, ciudades futuristas en el desierto, renovables y estrellas de fútbol como Cristiano Ronaldo o Karim Benzema. Esto le ha llevado a que, a pesar de sus enormes ingresos petroleros tenga unas perspectivas de déficit del 3% para 2024 según su propio ministerio de finanzas cuando, a priori, esto iba a ser un plan sostenible en sus presupuestos y compatible con un superávit.
Al mismo tiempo que el enorme gasto lastra sus números, desde Riad están siendo los mayores defensores de los precios actuales del barril, con un recorte de 2 millones de barriles. Sin embargo, su capacidad ociosa es mucho mayor, según bin Salman al-Saud estaríamos hablando de 3 millones de barriles diarios que no están saliendo al mercado (y que por tanto no están generando ingresos para el Reino).
Desde el FMI son claros en su último informe, en el que hablan de que la economía de Arabia Saudí, aunque tiene margen dado su bajo endeudamiento (menos del 30%), necesita el barril a 96 dólares para mantener sus gastos. En este contexto arabia quiere aquellos ‘gorrones’ de la OPEP, que están incluso incrementando sus envíos de crudo e incumpliendo sus promesas, vuelvan al orden. Concretamente hablamos de Rusia, Irak y Kazajistán. Estos tres países están todos entre 115.000 y 200.000 barriles diarios por debajo del objetivo. Pero de entre todos los países del Tigris y el Éufrates es el que lidera la rebelión con un incremento de 400.000 barriles diarios.
El cierre del estrecho de Ormuz es lo más peligroso
Las cifras ya analizadas dejan una conclusión clara sobre la situación actual de oferta y demanda que mantiene el petróleo: si el crudo de Irán desapareciese del mapa, el resto de los productores de la OPEP podrá cubrir este hueco, y el mercado no entraría en una situación tan estrecha como para que los precios se disparen. Sin embargo, hay un escenario que, aunque poco probable, no se puede descartar por completo: el cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán, una zona de paso por la que transita el 20% del petróleo mundial, es decir, unos 20 millones de barriles diarios.
Si se confirmase este escenario, desde Citi avisan de que los precios se dispararían por encima de los máximos históricos, aunque esperan que sea una circunstancia temporal, hasta que el petróleo encontrase rutas alternativas. Al fin y al cabo, no sería cuestión de producción, sino de transporte. El problema es que, si se da este escenario, las subidas pueden ser vertiginosas: Bank of America, por ejemplo, cifró a finales del año pasado el precio que podría llegar a alcanzar el crudo si esto se produjese en 250 dólares.