
2024 está tocando a su fin y, con él, uno de los años más críticos para la economía y los mercados que se recuerdan. Tras una brutal recta final de 2023 la IA y su frenético optimismo han seguido llevando en volandas a la renta variable mientras que los bancos centrales han finalizado su histórico ciclo de subidas de tipos y han comenzado el descenso desde el ‘Everest monetario’. Mientras las principales industrias de Europa sufren los estragos de una menor demanda y mayores costes, entrando en contracción, la economía de EEUU resiste gracias al potente consumo interno y el resistente mercado laboral. En medio de la dubitativa Europa, el crecimiento de España la ha situado como la punta de lanza del continente. Todo esto mientras el mercado petrolero se rompió por sorpresa con un potente superávit a medida que la demanda incumplía previsiones y el crudo de EEUU, Canadá y México inundaba los mercados.
Con la llegada de Trump y el caos político en Europa, en particular en Francia, la recta final del año se ha quedado teñida de incertidumbre, creando una cortina de niebla sobre un 2025 cargado de dudas, grandes expectativas y momentos decisivos. En ese sentido, el próximo año se perfila como totalmente crítico para el desenlace de estos grandes procesos. Ante este contexto, los expertos, instituciones y el propio mercado están encomendándose a una batería de previsiones en todos los frentes. Si bien la incertidumbre está en todo lo alto tanto en la economía como en los mercados, los analistas coinciden en que los próximos meses serán claves.
España liderando a una frágil UE
La economía de la zona euro, analizada desde el punto de vista de los españoles, va a estar protagonizada por un claro desacople entre la economía de España y la de la zona euro. Las previsiones de Bloomberg no han parado de incrementar la previsión de crecimiento para España en los últimos meses, hasta llevarla a la zona del 2,1%. Con la zona euro ha pasado todo lo contrario. El consenso de analistas de la agencia vaticina que la economía del área euro se expandirá un 1% el próximo año.
Mientras que la zona euro sufre el estancamiento económico de Francia y Alemania, la economía de España está disfrutando de un momento dulce, gracias a la fuerte creación del empleo, el aumento de los ingresos por turismo, el crecimiento de la inversión alimentado con los fondos europeos y el crecimiento de la población. España va a acumular en 2025 cinco años consecutivos de un mayor crecimiento que la zona euro.
No obstante, el consenso de Bloomberg se encuentra entre los más conservadores en cuanto a la previsión de la economía de España. Por ejemplo, los analistas de CaixaBank Research ven un crecimiento de hasta el 2,3% en España para 2023 (desde BBVA Research prevén un 2,4% de crecimiento), un ritmo dinámico y muy superior al 1,3% que se espera en la eurozona. En primer lugar, los analistas del banco catalán esperan que los hogares continúen recuperando poder adquisitivo; la remuneración por asalariado se situará algo por encima de una inflación ligeramente superior al 2%, lo que permitirá, junto con las bajadas de tipos de interés, la sólida posición financiera de los hogares y el fin de las presiones inflacionistas, una ligera aceleración del consumo privado.
| «El mercado laboral continuará siendo un impulsor del crecimiento: prevemos la creación neta promedio de algo más de 400.000 puestos de trabajo en 2025»
«En segundo lugar, el turismo continuará siendo una palanca clave del crecimiento: la contribución de este sector al crecimiento del PIB en 2025 será de entre 0,4 y 0,5 puntos porcentuales (p. p.), por debajo de 2023 y 2024, pero una cifra todavía muy notable.
En tercer lugar, la demografía continuará siendo un viento de cola. «En los últimos dos años, la población ha crecido aproximadamente un 1% interanual, debido en gran medida a la llegada de un millón de inmigrantes. Este flujo ha incrementado y rejuvenecido la fuerza laboral. Las proyecciones indican que la población seguirá aumentando en los próximos años a un ritmo en torno al 1%. Además, «el mercado laboral continuará siendo un impulsor del crecimiento: prevemos la creación neta promedio de algo más de 400.000 puestos de trabajo en 2025 y una pequeña caída de la tasa de paro, elementos que permitirán crear más riqueza y afianzar el consumo de los hogares».
En lo que al crecimiento económico de la eurozona se refiere, la Comisión Europea señalaba en sus últimas previsiones que «se espera que el crecimiento en la UE repunte hasta el 1,5% en 2025, ya que el consumo está acelerando el ritmo y la inversión se recuperará de la contracción de 2024». En el caso de la zona euro se prevé un crecimiento inferior de alrededor del 0,8% para 2025, mientras que el consenso de Bloomberg habla de un avance del 1,2%.

En lo que a la inflación se refiere, también se espera que en España los precios se mantengan en una tasa superior a la de la zona euro ante el mayor recalentamiento de la economía española. De forma resumida, el IPC medio para la zona euro en 2025 rebasará ligeramente el 2% y en España se podría situar más cerca del 3%. Según las proyecciones del Banco Central Europeo (BCE) de diciembre de 2024, se espera que la inflación en la zona euro disminuya gradualmente, alcanzando el objetivo del 2% en algún momento de 2025 (la desinflación ha ido más rápido de lo previsto). Esta tendencia se atribuye a la moderación de las presiones sobre los costes y al efecto retardado de las decisiones de política monetaria anteriores, que se irán reflejando en los precios al consumo.
En el caso de España, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé que la inflación se modere al 3% en 2024, situándose por encima del promedio de la eurozona. Sin embargo, para 2025, se anticipa que la inflación en España converja con la media europea, alcanzando una tasa del 2,1%.
Por su parte, el Departamento de Análisis de Bankinter ha ajustado a la baja sus estimaciones para España, proyectando una inflación media del 3% en 2024 y del 2,1% en 2025, estabilizándose en el 2,1% en 2026. Estas previsiones reflejan una tendencia general hacia la estabilización de los precios en la zona euro y en España, acercándose al objetivo del 2% establecido por el BCE para mantener la estabilidad de precios en la región.
Resistente economía de EEUU… pero enfriándose
La economía estadounidense seguirá enfriándose el año que viene, según los analistas, pero se conseguirá evitar cualquier escenario de ‘aterrizaje duro’. Es más, las estimaciones del consenso de analistas que recoge Bloomberg descartan que vaya a producirse ni siquiera un ‘aterrizaje suave’, en un año en el que el crecimiento real del PIB (el que descuenta las tasas de inflación) se mantendrá en el 2,1%.
Si bien se trata de un avance seis décimas menor del que se espera para 2024, (2,7%), las perspectivas de crecimiento siguen siendo relativamente sólidas para la economía estadounidense, y más, teniendo en cuenta que el desempleo seguirá aguantando el tirón, y los analistas no esperan que la tasa de desempleo sufra un repunte significativo durante el año que viene: las estimaciones apuntan a un avance hasta el 4,3% en 2025, desde el 4,1% estimado para este año, pero pronostican que en 2026 caerá hasta el entorno del 4,2%.
La inflación, por su parte, continuará moderando su crecimiento, hasta el 2,4%, frente al 2,9% actual, acercando un paso más a la Reserva Federal a su objetivo del 2%, pero todavía por encima de estos niveles. Según las previsiones de la propia Fed, este objetivo se alcanzará en 2026, cuando el deflactor del PIB (una de las medidas de inflación favoritas de la Fed) convergerá con el nivel del 2%. Sin embargo, en este frente los analistas difieren con la Fed, ya que esperan que el IPC se mantenga por encima del objetivo del banco central.
«El regreso del ‘populista en jefe’, Trump, conllevará un endurecimiento inmediato de las políticas migratorias y la imposición de aranceles, obstaculizando el lado de la oferta de la economía estadounidense. Por el contrario, las perspectivas de desregulación y recortes fiscales impulsarían la demanda interna. Esto mantendrá el crecimiento de la economía en torno al 2,5%, pero con una inflación pegajosa por encima del objetivo y elevados tipos de interés reales», explica Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac.
La Fed recortará tipos mucho menos que el BCE
Uno de los motores de apoyo que tendrá la recuperación económica en 2025 es la política monetaria. Los bancos centrales han dado comienzo al proceso de recortes de tipos en el último trimestre de 2024, pero la tendencia continuará durante la primera mitad del año que viene, lo cual será un apoyo para la actividad en los próximos meses.
Los señores del dinero insisten en que su política monetaria todavía hace que las condiciones financieras sean restrictivas, y su plan es volver a colocarlas en modo estímulo, para evitar que se produzca el temido aterrizaje forzoso de la economía. Sin embargo, si se pasan de rosca con los recortes de tipos eso puede volver a disparar la inflación, y por eso en los últimos meses se ha producido un enfriamiento en las perspectivas de recortes de tipos de la Reserva Federal, ya que en Estados Unidos la economía sigue dando señales de una mayor fortaleza que en Europa, y esto impedirá a Jerome Powell poder bajar tipos con tanta agresividad como se espera que ocurra en la zona euro.
Los mercados han comprado un escenario de tres recortes de 25 puntos básicos en las 8 próximas reuniones en Estados Unidos. Los inversores ahora descuentan que habrá una primera bajada de tipos en diciembre, a la que seguirá un parón en enero, y otro recorte en marzo. Siguiendo esta tendencia de un recorte por cada dos reuniones, en el encuentro de mayo no habrá cambios de tipos, y en junio la Fed pondrá fin al ciclo de recortes con un último movimiento a la baja de 25 puntos básicos.
En la zona euro, sin embargo, este proceso va a ser mucho más agresivo, a ojos de los mercados: en diciembre y enero se esperan recortes de 25 puntos básicos por parte del Banco Central Europeo, y en marzo uno todavía más fuerte, de 50 puntos básicos. Para abril y junio, las dos siguientes reuniones, se descuentan otras dos bajadas de 25 puntos básicos, y entonces habrá terminado el proceso de ajuste del BCE.
«Dada la elevada incertidumbre y la persistente inflación subyacente, esperamos que el BCE mantenga su enfoque gradual, reunión por reunión, y busque recortes continuos y constantes de 25 puntos básicos. Ahora consideramos ligeramente más probable que el tipo terminal se sitúe en el 1,75%, algo por debajo de la banda de tipos neutrales del 2% al 2,5%, y que probablemente se alcance en julio», explica Martin Wolburg, economista senior en Generali AM. Estas previsiones encajan con el escenario de tipos que descuentan los inversores.

Lo que tienen claro muchos analistas es la divergencia que tiene que producirse en la hoja de ruta de los dos bancos centrales, teniendo en cuenta las distintas perspectivas macroeconómicas que hay para cada uno de los dos bloques. «Estados Unidos, apalancada en sus fuertes datos de empleo y la más que brillante presentación de resultados, sigue creciendo, mientras que los 27 quedan relegados», explica José Manuel Marín Cebrián, economista y fundador de Fortuna SFP. «En estos momentos, el juego de papeles de los tipos de interés y la inflación está claro. El BCE tiene que bajar los tipos y de una manera contundente para incentivar la inversión y el consumo», señala Marín.
Así le irá al Ibex, al EuroStoxx y a Wall Street
Respecto a los mercados de renta variable, los analistas dan por hecho que 2025 tomará el relevo de 2024, con unas tendencias similares. Las subidas seguirán establecidas, algo más débiles en las bolsas europeas, aunque con la española mostrando una gran salud, pero con una evolución muy potente en Wall Street. Empezando con esta última, el índice de referencia, el S&P 500 subirá desde los 6.050 puntos actuales hasta volar por encima de los 6.500, según recoge el consenso de analistas de Bloomberg. Esta subida de producirse sería un paso atrás respecto a los potentes avances del 27% que acumula este 2024 y el alza del 24% con la que cerró 2023.
Para Bank of América esta tendencia respondería a «una fortaleza en el mercado de valores», que seguiría conquistando máximos históricos, pero ralentizada por «la incertidumbre macroeconómica. Esta firma es algo más optimista que la media apostando por que finalizará 2025 en los 6.666 puntos. En ese sentido alega que la llegada de Donald Trump provocará un primer tramo del año de gran crecimiento. Sin embargo, «a medida que avance el año deberían presentarse oportunidades en otros mercados, como Europa o China».
Respecto a la distribución del propio S&P 500, la firma cree que se producirá al fin la gran rotación y sobre ella se construirá el crecimiento. En resumen, hasta ahora han sido los valores tecnológicos los que han aguantado la antorcha del crecimiento gracias, entre otras cosas, al impulso de la IA. Ahora, tras las potentes subidas y las grandes posiciones que ya han conquistado, desde Bank of America creen que el relevo en el liderazgo lo tomarán los valores cíclicos, en particular las firmas industriales. «Hay un gran número de razones como la victoria republicana arrasadora (y la ventaja que darán sus medidas como aranceles o menos impuestos), un ciclo de productividad renovado y décadas de infraponderación de los valores manufactureros (respecto al resto del índice)». Esto habría dejado la puerta abierta para que este tipo de empresas obtengan un mayor potencial de revalorización.
Desde Goldman Sachs, que esperan un crecimiento del 11% en el índice, avisan de que esperan que la situación económica de EEUU propicie un crecimiento de los beneficios empresariales del 5%. En ese sentido, la resistencia que han mostrado las cuentas de las firmas sumadas a las medidas arancelarias y fiscales de Trump serían la clave, coincidiendo así con la idea de que serán los valores cíclicos los grandes protagonistas. En ese sentido explican que los siete grandes valores tecnológicos (las siete magníficas) «aunque seguirán superando al índice ya solo lo harán por siete puntos porcentuales».
En cualquier caso, David Kostin advierte de que esto es si se cumple un escenario base, pero cree que hay riesgos de que se esté creando «un contexto demasiado optimista» y dadas las valoraciones tan altas «puede generar unas caídas mucho más grandes si hay un shock negativo«. En ese sentido, si bien Kostin cree que las subidas se impondrán pese a todo, un S&P 500 cargado podría ser una montaña rusa con grandes movimientos a la baja en momentos determinados. Estas subidas y bajadas «abrirán oportunidades a los inversores».
Ya mirando a Europa, desde Charles Schwab hablan de «un crecimiento más lento». Sin embargo, creen que las bajas expectativas que se han creado abren la puerta a «un fuerte repunte de las acciones si hay una mejora más rápida de las ganancias». Actualmente «esperamos que el crecimiento de las acciones (y los beneficios) sea más débil que en otros lugares por la frágil situación de los países más grandes y de la débil demanda de sectores clave como el automóvil o el lujo».

Sin embargo, esto no empañaría un «sólido desempeño» en el mercado de valores en el que «dado que habrá un recorte de tipos sostenido por lo menos la primera mitad de 2025» la bolsa recibiría un impulso. Todo esto gracias, además, a «una baja relación precio beneficio» algo que ofrece potencial a los títulos del viejo continente. En cualquier caso, desde Morningstar, aunque coinciden con las subidas, dan por hecho que será un sendero cargado de matices y sombras por los ‘sustos’ que pueden generar los aranceles. «El camino hacia esta subida no será indoloro», dijo Michael Field, estratega de mercado europeo de Morningstar, quien predice un aumento de poco más del 3%. En ese sentido señalan que ven un periodo de «volatilidad que perdurará todo el año».
Respecto al Ibex 35,, los analistas sostienen que este tendrá un gran desempeño. Según Bankinter, que le ofrece un potencial del 11,9% de revalorización para 2025, el motivo fundamental es el «buen ciclo económico que sigue sorprendiendo positivamente da soporte a unos beneficios empresariales que se aceleran en España». Dan por hecho que estas ganancias crecerán un 10% en 2024 y se mantendrán en el 3,2% de subidas en 2025. Esto sumado a «unas rebajas de los tipos de interés» que también sumarían al desempeño de la bolsa española.
Año decisivo en los bonos
La renta fija se prepara, por su parte, para un 2025 totalmente decisivo. Los altos tipos de interés han generado una enorme rentabilidad en los bonos del viejo continente y de EEUU. Ahora la caída de los tipos se mezcla con la entrada en una fase de gran volatilidad política que lo está alterando todo. Este escenario es el que ha permitido que en la recta final del año se vean escenarios impensables como los retornos de la deuda francesa superando los de la española ante el colapso del ejecutivo de Barnier. El próximo año, con elecciones en Alemania, las disrupciones en la renta fija pueden alcanzar una nueva dimensión. En el caso de EEUU las políticas de Trump serán la clave que harán bailar a su deuda.
Desde Charles Schwab comentan que «toca esperar otro viaje accidentado tras la montaña rusa de 2024». En ese sentido, en relación a la deuda estadounidense comentan que «creemos que hay que adoptar un enfoque cauteloso». El motivo fundamental es que «aunque la Fed ha empezado a recortar sus tipos de interés esperamos que sea más desconfiada de ahora en adelante». Por su parte señalan que la inflación «podría experimentar un auge por los aranceles de Trump (gracias a productos extranjeros más caros)».
Dadas estas condiciones, los analistas de la firma apuntan a que si la Fed recorta hasta donde espera el mercado (3,75%-4%) «no nos sorprendería ver los rendimientos a 10 años en zona del 5%, concretamente creen que rondarán el 4,94%. En cualquier caso, «si la inflación o el crecimiento sorprendieron a la baja, creemos que podrían caer a un mínimo de 3,8%». En resumen, lo más probable para Charles Schwab es que veamos un bono de EEUU situándose todo el año en el 4,5%. El consenso de Bloomberg es algo diferente y apunta a un 4,1%.
Julien Houdain, director de renta fija de Schroders comenta que hay que dar por seguros «unos rendimientos de EEUU superiores al 4%» para 2025, algo que, según el experto «no hemos visto un nivel de atractivo en este nivel desde la crisis financiera de 2008». Saliendo ya de EEUU, desde Schroders señalan que ante «una debilidad industrial empeorada en Europa» elevarán los rendimientos de los bonos de todo el continente, en particular de Francia y Alemania. Respecto al último país comentan que «las próximas elecciones generales alemanas podrían ser un cambio que permita una reevaluación significativa del papel de la política fiscal en Europa». En ese sentido, ven que la deuda de esta región contará con grandes elementos de incertidumbre.
Sin embargo, los analistas dan por hecho que todos estos factores no harán sino mejorar los precios que ofrece la deuda alemana. El conjunto de los analistas de Bloomberg apuntan a que la rentabilidad del bono alemán caerá hasta el 2,3% para finales del año. Desde Capital Economics explican que el motivo es que la amenaza inflacionaria es muy débil en Europa, especialmente por los aranceles de Trump, algo que «llevaría al BCE a recortar tipos y, en consecuencia, a caídas en los bonos alemanes». Concretamente, la firma da por hecho que sus rendimientos caerán al 2%, frente al 2,1% actual.
La misma situación se repite en la deuda francesa, italiana y española. En el caso de los primeros el consenso de Bloomberg ofrece una caída de 30 puntos básicos hasta el 2,55% en su rentabilidad. Para los títulos de deuda italianos la caída es mucho más extrema, de 127 puntos básicos, pasando de un 3,183% hasta el 1,91%. En el caso de los bonos españoles a diez años, los analistas esperan una caída del 93 puntos básicos hasta el 1,811%.
El euro se se enfrentará al momento crítico
A nivel divisas todos los analistas parecen convencidos de una solo tesis. Con su más y con sus menos, todo apunta a una revalorización del dólar y una caída del euro. «Sí, la economía estadounidense puede terminar sobrecalentándose, pero 2025 debería ser el año en que se inyecte más aire a cualquier potencial burbuja del dólar. Inevitablemente, habrá reveses ocasionales en la tendencia alcista del dólar, ya sea en función del posicionamiento del mercado o de la especulación abierta sobre si los halcones comerciales de Trump quieren un dólar más débil. Pero la tendencia general debería ser positiva para el dólar», comentan los expertos de ING.
El motivo de esto descansa es que una política migratoria estricta y unos tipos de interés más altos por las medidas inflacionarias de Trump (aranceles y proteccionismo) «son argumentos claros a favor del billete verde«. A esto se le suma una economía de EEUU reforzada por bajadas de impuestos y desregulación. Si bien estas medidas pueden traer problemas de sostenibilidad, para el banco neerlandés prometen un cierto empuje económico que refuerce incluso más la moneda.
En el otro lado de la balanza está el euro y, dada la debilidad de la economía del viejo continente, en particular de su industria, «creemos que obligarán al BCE a superar a la Fed en flexibilización» Una diferencia que «amplíe aun más la brecha entre ambas divisas», empujando a la baja al euro. En general, las estimaciones del banco neerlandés apuntan a que la divisa europea se cambie por debajo de los 1,05 dólares pero siempre en esta zona. Este es el sentir generalizado del mercado con el consenso de los analistas de Bloomberg apuntando a esos 1,05 dólares para finales 2025. Los contratos de swaps en torno a las monedas son algo más positivos para el euro apuntando a un 1,08 dólares para diciembre del año que viene.
Respecto a un posible despertar del euro, ya sea más o menos limitado, no faltan analistas que defiendan esta tésis. Desde UBS, comentan que «la fortaleza del dólar estadounidense se debe a las expectativas de los inversores de políticas positivas para el dólar, como recortes de impuestos internos e imposición generalizada de aranceles, con el objetivo de restablecer la competitividad del sector manufacturero estadounidense». Sin embargo, creen que si hay una sorpresa con una Fed más agresiva recortando esto podría hacer saltar por los aires, además ven otros problemas como unos socios comerciales «mejor preparados para el desafío».
El banco suizo sentencia que en definitiva creen que el euro ganará terrero y volverá a los 1,12 dólares debido principalmente a que acabará «habiendo una desaceleración de la actividad estadounidense y, si se cumplen sorpresas positivas en el crecimiento de la eurozona desde el desánimo actual, podría conducir a unos diferenciales mejores y a un repunte en el tipo de cambio».
Desde MUGF coinciden y ven al euro situándose en los 1,08 dólares para finales de 2025 una ligera revalorización que vendría por un exceso de pesimismo en el viejo continente. «La divergencia que se planeta nos parece excesiva y dudamos de que el BCE no pueda aminorar el ritmo (si se separa mucho de la Fed)». Por su parte «creemos que si bien hay factores negativos, hay algunos que apuntan a que el impacto de Trump podría ser menor de lo esperado para Europa, en particular las exportaciones de la eurozona a EEUU, que solo suponen el 3,3%». Además señalan que a medida que «se han dado aumentos de los salarios, se producirá un apoyo clave para la demanda interna». Los salarios negociados recogidos por el BCE aumentaron un 5,4% el tercer trimestre, el mayor aumento desde que existe el euro (1999). En resumen «estos temores de una crecimiento mayor afectar al euro/dólar algo que puede llevar a recortes menores de lo previsto y, por tanto, que la divisa se recupere».
La batalla del petróleo
El petróleo se va a enfrentar un año complicado. Aunque el consenso del mercado habla de un Brent en la zona de los 70 dólares (en este precio lo coloca la Agencia de la Información de la Energía de EEUU, por ejemplo), hay analistas que creen que el crudo se enfrentará a una fuerte presión por el superávit que domina el mercado (una oferta más fuerte que la demanda). Algunos expertos del sector creen que el crudo podría llegar a caer incluso a la zona de los 40 dólares en 2025, aunque ese no es el escenario central de los grandes organismos.
Por ejemplo, JP Morgan, más cercano al consenso, señala que el mercado del petróleo atravesará un periodo de excedente significativo en 2025 y 2026, lo que provocará un descenso en los precios del crudo. Según el informe, se espera que el Brent promedie 73 dólares por barril en 2025, pero terminará el año bien por debajo de los 70 dólares. Para 2026, la previsión es aún más sombría, con un promedio de 61 dólares y un cierre anual inferior a los 60 dólares. «Las débiles dinámicas de la demanda contribuirán a mantener los precios a la baja», destacan los analistas del banco.
La administración del presidente electo Donald Trump, que asumirá en enero, podría influir en estos pronósticos. Por un lado, las políticas de desregulación y aumento de la producción energética en Estados Unidos podrían ejercer una presión bajista sobre los precios. Por otro lado, el posible endurecimiento de sanciones a países como Irán, Venezuela y Rusia podría limitar la oferta global y contrarrestar parcialmente estas caídas. Sin embargo, los expertos de JP Morgan subrayan que «Trump priorizará mantener los precios bajos en el mercado energético como una herramienta clave para combatir la inflación».

El crecimiento de la oferta fuera de la OPEP+ desempeñará un papel crucial en esta etapa. JP Morgan señala que grandes proyectos offshore en Brasil, Guyana y Noruega, junto con el crecimiento moderado del shale estadounidense, añadirán cerca de 1,8 millones de barriles diarios a la oferta global en 2025. «La expansión de la producción en aguas profundas marcará el próximo motor de crecimiento de la oferta no-OPEP», enfatiza el informe.
A pesar de estas proyecciones, la volatilidad podría regresar al mercado en 2026. Según JP Morgan, existe un riesgo elevado de un «reinicio del mercado» similar a los episodios de 2014 y 2020, en los que se observaron caídas abruptas en los precios. Además, la capacidad de respuesta de la OPEP+ será determinante. «El dilema de los países productores será decidir entre mantener la cuota de mercado o estabilizar precios con recortes adicionales», concluye el banco.
| «El barril podría llegar a 30 o 40 dólares por barril si la OPEP deshace los recortes y no tiene ningún tipo de acuerdo real para controlar la producción»
Por su parte, Bank of America, prevé un mayor debilitamiento del crecimiento de la demanda de las materias primas, en concreto del petróleo, ya que habrá un exceso de oferta, y ha situado el precio del barril de Brent, de referencia en Europa, en los 65 dólares.
No obstante, algunas de las previsiones más ‘alocadas’ o ‘extremistas’ del mercado hablan de un crudo por los suelos. Un buen ejemplo es el de Tom Kloza, jefe global de análisis energético de OPIS, una casa de análisis especializada en crudo, que aseguraba en noviembre que «hay más temor sobre los precios del petróleo de 2025 que en años anteriores, en cualquier año que pueda recordar, desde la Primavera Árabe», sentenciaba. «Podría llegar a 30 o 40 dólares por barril si la OPEP deshace los recortes y no tiene ningún tipo de acuerdo real para controlar la producción. Han visto su participación de mercado disminuir mucho a lo largo de los años», agregaba Kloza.
Desde Capital Economics también presentaban un escenario en el que Arabia Saudí terminaba ‘estallando’ ante el incumplimiento del resto de miembros del cártel y empezaba a producir crudo en grandes cantidades para 2025. Este escenario llevaría al crudo hasta los 30 dólares por barril, según la casa de análisis.
El segundo ‘round’ del oro
En el caso del oro el consenso generalizado está en que la materia prima siga con su rally. Los expertos de UBS hablan de una onza volando hasta los 2.900 dólares (frente a los 2.870 dólares actuales). En los últimos dos años el oro ha vivido un auténtico frenesí. En primer lugar la inflación lo convritió en un auténtico refugio y los acontecimiento geopolíticos también provocaron que muchos buscasen protegerse usando el metal amarillo. Sin embargo la gran diferencia fueron unos bancos centrales (en particular el de China) comprando a marchas forzadas para llenar sus reservas y tener un activo con el que mantener su independencia frente al dólar en caso de sanciones, tal y como ocurrió con la invasión de Rusia a Ucrania.
Esta conjunción de factores desató subidas en 2023 del 45% y del 29% en lo que llevamos de año. Desde Julius Baer explican que esperan que los bancos centrales sigan comprando este año y que lo hagan con más fuerza pues creen que con Trump «habrá una militarización del dólar estadounidense», lo que llevará a los países querer acelerar sus planes de protección frente a sanciones. Esto es lo que justificaría para la firma suiza un repunte del 18% del activo refugio por excelencia.
Desde Goldman Sachs apuntan a un oro superando los 3.000 dólares la onza como el escenario base (una subida del 9%). «Seguirá siendo una gran cobertura ante una inflación que creemos que será rígida y los crecientes problemas geopolíticos» explica Lina Thomas, analista del banco norteamericano. Además, coincide en que los bancos centrales «aumentarán su demanda». Todo esto sumado a déficits y problemas fiscales a medio plazo en países como EEUU o Francia que generarán temor de los inversores a medio y largo plazo. «Esto provocará un posicionamiento especulativo que empujará tanto a inversores como bancos centrales a optar más por el oro y menos por los bonos del tesoro». El riesgo es «el lastre de un dólar más alto y unos tipos de interés más altos de lo esperado».
Los senderos del resto de materias primas
En el resto de materias primas el sendero que caminarán será muy diferentes dependiendo de cada una de ellas. Respecto a los metales, el último informe del Banco Mundial habla abiertamente de un descenso del 0,9% para el 2025, con las caídas más pronunciadas en el hierro (-12%) y zinc (-3,7%) debido a «un crecimiento mundial moderado». «Es probable que el crecimiento sostenido de la producción de mineral de hierro de Australia y Brasil, los dos mayores productores del mundo, combinado con la nueva producción de bajo costo de África occidental que se espera que entre en funcionamiento en 2025, ejerza una presión a la baja sobre los precios del mineral de hierro» comenta la institución.
Sin embargo, señalan que habrá excepciones como el níquel (+2,9%), el aluminio (+1%) y el estaño (+6,7%). Esto se debe a que la producción no podrá crecer al mismo ritmo de la demanda. En los tres casos los expertos hablan de un mercado en déficit estructural pues son materiales utilizados en componentes clave como las baterías de los coches eléctricos (caso del níquel). Además desde Fitch comentan que, en el caso del estaño y el níquel hay serios problemas en el suministro debido a que «las exportaciones de países clave, como Indonesia, están sufriendo problemas». Por su parte el cobre permanecerá en un equilibrio casi perfecto con leves alzas del 0,5%.
Otras materias primas como las agrícolas también tendrán destinos muy diferentes. El ejemplo paradigmático es el café. La versión arábica ya está en máximos históricos y Brasil, su principal productor, ha afirmado que la cosecha seguirá siendo escasa, lo que provocará un ascenso del 4,2% según las proyecciones del Foreign Agriculture Service (FAS). No será así con el trigo, pues el Banco Mundial pronostica unas caídas en su precio del 5% para 2025 debido a unas cosechas mucho mejores que las de este año. En general, la institución da por hecho que los precios de todos los productos agroalimentarios caerán un 4%.
En resumen, el índice del Banco Mundial habla de una caída clara en todos los frentes de las materias primas a nivel general, con la energía y agricultura cayendo con fuerza y los metales resistiendo pero marcando un leve descenso. Así lo demuestran las tres categorías de la institución. Los metales y los minerales pasan de 147 puntos a 146, mientras que la agricultura desciende desde 131 puntos a 127. La energía pasa de 140 a 132.