Se acabó la fiesta. La política de estrangulamiento de la UE respecto al automóvil en general, la industria del continente, y cómo se relaciona con el mundo ha sido un fracaso. La amenaza del coche eléctrico chino y de Tesla, las multas autoimpuestas de Europa para las marcas europeas, y la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles a la industria europea del automóvil conforman un cóctel apocalíptico como nunca antes se había visto. Cada mes que pasa con este sinsentido es un mes donde se pierden cientos, sino miles de millones de euros, a través de la industria y de los empleos que la sangran. Ahora toca a los fabricantes y a los políticos ponerse de acuerdo para hacer ver que siguen en la misma dirección, aunque tengan que cambiar los plazos porque el sinsentido ha llegado demasiado lejos. Atentos, primera estación, marzo de 2035.