Empleados que se responsabilizan del servicio, aditivos para prevenir problemas futuros en el vehículo, tanques de doble pared para proteger el medio ambiente… Son algunas ventajas que encarecen el precio

ÁNGELA PRECEDO 06 SEP 2021 / 01:00

Hay muchas personas que eligen la gasolinera en la que repostan en función del precio del combustible. Esos altos carteles que se ven casi en cada tramo de cualquier carretera –desde hace unos años han proliferado las estaciones de servicio ‘low cost’– con un neón que indica el coste del litro hacen que el conductor se pare o siga su curso. Sin embargo, también hay gente que lo que busca es la calidad del carburante y cuidar su preciado vehículo.

Desde EL CORREO, de la mano de Olga Ramos, gerente de dos gasolineras en Rianxo y una en Taragoña, trataremos de explicar qué es lo que encarece el precio del litro de gasoil. En sus estaciones de servicio el litro de gasóleo A, el más habitual, cuesta 1,359 euros, a día de hoy. En las ‘low cost’ de los alrededores puede estar en el 1,149. ¿De dónde parte esa diferencia? Averigüémoslo.

HASTA CUATRO TIPOS DE IMPUESTOS QUE SE LLEVA EL ESTADO. Empezando por lo más básico, hay que partir del hecho de que el 60 % de lo que paga el consumidor por cada litro que reposta son impuestos (estatal general, estatal especial, IVA y tramo autonómico) y, como tal, ese dinero no se lo queda la gasolinera, sino que se lo lleva el Estado español.

SIN BAJAR DEL COCHE. Dejando a un lado esta cuestión, está el tema del personal. “Yo creo que tener personal es bueno para la economía en general y también para el cliente en particular”, explica Olga. En su caso, da trabajo a 15 personas, pues también dispone en su estación de cafetería, taller y supermercado. “Si yo tengo 8 personas en una estación que se ocupan de la misma, de los clientes, del mantenimiento… si las elimino, me sacaría un coste bastante importante de encima, pero perdería calidad de atención y trato”, indica.

En las gasolineras ‘low cost’ esta es una de las claves, pues solo hay un empleado que vigila durante el día las instalaciones, el resto del trabajo lo hace el cliente. “Si alguien se equivoca echando producto en el coche, se va a hacer él mismo responsable, o si le salta gasoil a la ropa, cualquier daño que pueda ser provocado va a ser su culpa, no se responsabilizan de nada”, apunta Olga. Sin embargo, en su estación hay un trabajador que sí se responsabiliza.

“Yo no digo que no se pueda equivocar, somos humanos, pero si le echa gasóleo en vez de gasolina subimos el coche a un elevador, vaciamos el depósito, echamos el combustible correspondiente y reponemos los filtros, no vaya a ser que algo del producto ya hubiese pasado a ellos”, afirma.

MEDIDAS SANITARIAS. Por otro lado, y cada vez más con motivo del coronavirus, está el tema sanitario. “Desinfectamos todo cada dos por tres, incluso el TPV con el que vamos a cobrar al cliente”, explica, añadiendo que “en una gasolinera desatendida tú no sabes si la persona que estuvo antes cogió guantes o no, si se echó gel…”. El riesgo de contagio es, por tanto, más alto.

CUIDAR EL ECOSISTEMA. Entrando ya en el ámbito medioambiental y de no dañar el ecosistema, Olga detalla que recientemente la normativa obliga a instalar en las gasolineras tanques de doble pared. “En nuestro caso particular, ya hace 22 años que disponemos de ellos”, destaca.

¿Y qué es un tanque de doble pared? Pues, como su propio nombre indica, el gasóleo no está en contacto directo con el exterior, sino que, de por medio, hay otra pared interna. “Así, si hay una fuga de gasóleo va a quedar entre una pared y otra, y hay un detector que indica que se produjo unha fuga, de manera que se ataja el problema y eso nunca se va a filtrar al medioambiente”, explica la propietaria de las estaciones de Rianxo y Taragoña. La instalación de estos tanques también encarece el coste, porque la diferencia de precio entre uno normal y estos es “abismal”.

También con este mismo objetivo de proteger el ecosistema, estar en un lugar u otro tiene su sobrecoste. “Por situarnos en el puerto de Rianxo estamos obligados a hacer analíticas de agua por una empresa de agua certificada para demostrar que el agua que va a la ría no está contaminada absolutamente por nada”, dice, y añade que, “para eso, tienes unos decantadores específicos que cumplen la normativa y apartan todos los restos de carburo para que el agua vaya limpia”.

Esto también se debe a que las estaciones situadas en el puerto son una concesión y hay que pagar un canon a mayores por litro de combustible vendido al cliente.

Seprona, Guardia Civil, Aduanas… Cualquiera de estos cuerpos puede llegar un día sin previo aviso y realizar una inspección. “En 22 años jamás hemos tenido ningún expediente negativo diciendo que nuestro producto tenía algún problema”.

EVITAR DAÑOS EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE. Por otro lado, aparece la cuestión de los aditivos añadidos al combustible. “Favorecen el estado de la combustión del coche y evitan muchas averías caras”, asegura Olga. También se le echan bactericidas, “como tratamiento para evitar la aparición de bacterias y sus hongos, porque, ¿qué pasaría si eso se llega a generar dentro de un tanque? Luego pasaría al coche y tupiría el filtro de gasoil, dañando los sistemas de inyección”. No descarta que pueda pasar igual, pero se trata de evitarlo al máximo.

Finalmente, solo por nombrar otra de las múltiples cuestiones, está el tema del contador de litros, que debe ser preciso y casi exacto. “Tenemos una probeta con la que si el cliente tiene dudas de la cantidad surtida le demostramos que es la correcta”, señala Olga, que recuerda que, “si viene una inspección y tienes los litros mal contabilizados te cierran el surtidor hasta que lo pongas en regla”.

elcorreogallego.es

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