De izq. a der.: Jorge Cajal, director de Comunicación de Continental; Antonio Sangüesa, responsable de Soluciones y Servicios a Flotas de Continental, y Juan José Gil, secretario general de Fenadismer.
A pesar de la apuesta de las administraciones europeas y españolas por el camión eléctrico, la realidad es que los transportistas siguen sin ver los beneficios de esta tecnología. Según el estudio ‘Seguridad, medio ambiente e innovación en los profesionales del transporte en España’, realizado por Fenadismer para Continental, sólo el 3% de los encuestados considerará al eléctrico como su apuesta principal a la hora de renovar su vehículo.
“Esto va a obligar a la Administración a hacer una gran labor divulgativa porque el Gobierno quiere 5.000 camiones eléctricos en las carreteras españolas en un plazo de dos años, pero los transportistas no ven las ventajas”, señalaba Juan José Gil, secretario general de Fenadismer, durante la presentación del estudio, que ha contado con la participación de 240 empresas del sector del transporte.
Por su parte, el diésel se mantiene como la opción favorita para el sector, hasta el punto de que es la primera opción para el 63% de los encuestados: “Es una tecnología que no quieren abandonar”, añadía Gil. Al mismo tiempo, un 20% de la muestra se decantaría por un modelo de gas -aunque muchas de las empresas que se decantaron por esta tecnología están más que arrepentidas debido al encarecimiento del combustible-, mientras que un 11% comienza a ver con buenos ojos al híbrido.
El eléctrico, sólo con ayudas
A pesar de que el eléctrico sigue sin ser atractivo para el sector, el secretario general de Fenadismer considera que esta tecnología puede tener un impacto positivo si se salvan algunos obstáculos como el alto coste operativo y la escasez de infraestructura de recarga: “Somos partidarios de la apuesta por el eléctrico porque España es productora de energía eléctrica, no de petróleo, y eso permite una estabilidad en la producción de la energía y en el precio. Las oscilaciones que hemos vivido en el precio de los combustible destroza las cuentas de todas las empresas de transporte. La electricidad da estabilidad, pero si no es competitiva difícilmente va a triunfar. Y hoy en día no lo es. Y eso sin hablar de infraestructuras, que es limitada”.
Asimismo, las regulaciones medioambientales y la alta oferta tecnológica se presentan como un obstáculo más para la renovación de la flota: “El profesional no sabe qué camión comprar. Y esta incertidumbre hace que el parque esté envejeciendo. Si no se dan facilidades para el vehículo eléctrico, es muy difícil que despegue. La antigüedad media de las tractoras ha pasado de poco más de seis años en 2010 a superar los ocho años de media. Y si tenemos en cuenta que las grandes flotas renuevan cada 4 o 5 años, esto quiere decir que otras muchas empresas están prolongando la vida de sus tractoras hasta los 12 años”.
Para Gil, la introducción del eléctrico, al menos a corto plazo, sólo puede hacerse con ayudas: “Las ayudas tienen que ser inmediatas, no al año y medio. Y con un precio de la electricidad subsidiado. Es la única forma de pelear con el diésel en costes. Y luego apostar por la infraestructura en los corredores principales, sobre todo para el transporte de corta y media distancia”.
Vida más allá del eléctrico
Para el secretario general de Fenadismer, la solución a corto plazo para reducir el impacto ambiental pasa por apostar por combustibles más eficientes y con un menor impacto en las cuentas de resultados de las empresas para, desde ese punto de partida, avanzar hacia la electrificación: “Se están trabajando en soluciones como los ecocombustibles, y ya hay países con un porcentaje muy alto de utilización. La ventaja de estos combustibles es que la red de infraestructura sería la misma, no habría que transformar las gasolineras y tampoco habría que transformar la tecnología de los camiones”.
Y ponía sobre la mesa a una tecnología nueva como los e-fuel, “que tienen un desarrollo primario pero que pueden llegar a conseguir las cero emisiones netas”.