Las estaciones de servicio esperaban recuperar los niveles de repostaje de 2019, pero el encarecimiento de los carburantes ha rebajado sus expectativas
El precio de los carburantes aumenta de manera ininterrumpida desde hace casi ocho meses y toca máximos de siete años en plena campaña de verano. El litro de gasolina se ha situado esta semana en 1,41 euros y el de gasoil en 1,27 euros, un 16% más caro que en enero, según el Boletín Petrolero de la Comisión Europea, publicado este jueves. De esta manera, rellenar un depósito de 50 litros de gasolina cuesta alrededor de 70 euros, mientras que si es de gasoil serán unos 63 euros.
El elevado precio de los carburantes ya está haciendo mella en el sector de las gasolineras que, pese al buen ritmo de la economía, vende menos de lo esperado. La Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (Ceees) esperaba comercializar en mayo y junio los mismos litros de carburante que en 2019, pero finalmente han vendido un 25% menos según datos facilitados por la organización empresarial. “Cuanto más caro está el litro menos consume la gente”, resume Nacho Rabadán, director general de la confederación. “Teníamos muchas esperanzas, pero las ventas han sido atípicamente bajas”, añade. Todo esto en pleno verano, una de las principales campañas de venta de combustibles.
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En el sector de las gasolineras insisten en que ellos no son responsables de los elevados precios y Rabadán reitera que lo mejor para ellos es que los precios estén bajos. “Esto es algo que los consumidores suelen desconocer”, lamenta. Del precio total de litro de combustible, la mitad corresponde a impuestos —los tributos en España son inferiores a los de la media de Europa—, el 30% al precio de la materia prima y el 20% restante a los márgenes de los comercializadores.
En esa ecuación, el responsable del encarecimiento de los carburantes es la materia prima, que lleva subiendo de manera ininterrumpida desde finales de 2020. El precio del barril de petróleo brent, el que se comercializa en Europa, ha casi duplicado su precio en los mercados desde los 38 dólares que costaba en noviembre. Este jueves ha superado los 72 dólares en el mercado de futuros.
Respiro en el mercado de petróleo
El precio del crudo ha dado una pequeña tregua esta semana, tras el acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de aumentar las exportaciones durante los próximos cinco meses, decisión que rebaja parcialmente la tensión en el mercado, con una demanda creciente por la reapertura de la economía y la reactivación de la movilidad. Tras conocerse el pacto, el crudo cayó este lunes hasta los 68 dólares en el mercado, aunque desde entonces ha rebotado y se ha encarecido cuatro dólares.
Aunque el coste del barril llegue a reducirse en los próximos meses por la mayor producción de la OPEP, tardará en traducirse en un abaratamiento del carburante para el consumidor final, como explica Rabadán: “El precio del crudo en los mercados es a futuros, por lo que va con unos meses de retraso. Además, el precio está condicionado por infinidad de factores geopolíticos. Incluso aunque baje el precio del barril, es imposible saber si terminará abaratándose la gasolina”.
Manuel Jiménez, presidente de Aesae, la agrupación de gasolineras automáticas de España, pide que en estas situaciones entren en juego los agentes reguladores, como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). “Cuando hay estas subidas tan fuertes en los precios es importante que el regulador vigile que la bajada es a la misma velocidad”, indica Jiménez.
El menor consumo de combustible también castiga a las gasolineras en la venta de sus otros servicios, que en este año de pandemia han pasado a ser una parte clave del negocio. “Ahora, para sacar beneficio necesitamos el non-oil [el anglicismo para designar la parte del negocio al margen del carburante]”, mantiene el responsable de Ceees. Esto comprende las cafeterías y restaurantes de las estaciones o los ingresos de las tiendas y lavaderos.