La diferente velocidad a la que se trasladan las subidas y bajadas de la cotización del petróleo al consumidor final cuando va a llenar el depósito del coche popularizó hace años ya las expresiones “efecto cohete”, en referencia al incremento casi al instante de los precios de los carburantes si el barril de Brent se encarece, y “efecto pluma” para ilustrar la lentitud en caso contrario. Con el estallido de la guerra de Ucrania pasó justamente lo primero. El mercado de los combustibles enloqueció y la gasolina y el diésel superaron los dos euros por litro. Aún así, “muchas estaciones de servicio no pudieron trasladar dicho incremento de costes a los precios finales, con la consiguiente reducción de márgenes de beneficio hasta dejarlos casi inexistentes”, sostiene su patronal en la comunidad, Fegaes, en el diagnóstico de situación que acompaña a su nuevo plan estratégico. Hay pocos negocios con tanta incertidumbre sobre el futuro por el acelerón de la descarbonización y la decisión de las autoridades comunitarias de prohibir la venta de los coches de combustión a partir de 2035.
La situación de la venta minorista de combustibles “ha mejorado relativamente, al menos temporalmente”, según las gasolineras gallegas, “pero el margen de beneficios no ha dejado de evolucionar en forma de dientes de sierra”. “Unos días mejora –resumen– y otros vuelve a caer”. La asociación presidida por Julio César López percibe “una enorme presión sobre el sector para que siga reduciendo sus márgenes”. Lo ven complicado “y en ocasiones imposible para la estaciones de servicio de menor tamaño, con escasos servicios y limitada implantación de tecnologías, tal y como es el caso de muchas de las localizadas en entornos rurales”.
El negocio evoluciona “en forma de dientes de sierra”, según Fegaes
La hoja de ruta de Fegaes hasta 2025 para allanar la supervivencia del gremio recoge, precisamente, el desarrollo de una campaña de relaciones públicas “a nivel social e institucional” para “la puesta en valor del sector, de su oferta de servicios y la defensa general de sus intereses”, empezando por las propia estructura interna de la entidad. Quiere engordar el catálogo de servicios disponibles para los asociados (300 estaciones de servicio) y profesionalizar la gestión con la incorporación de técnicos especializados y acuerdos de colaboración con terceros.
Esas mismas debilidades condicionan la particular transición energética que le espera al sector a la vuelta de la esquina. Descienden las ventas, se reducen los márgenes, su poder de negociación ante las petroleras es “limitado”, admiten que la profesionalización “de parte” de los negocios cojea también, al igual que la digitalización y la oferta formativa. La expansión no es una alternativa para todas “debido a la dispersión poblacional de Galicia”. Las estaciones de servicio admiten “dificultades para amortizar” las inversiones en las medidas de mejora medioambiental exigidas por las administraciones, que sus relaciones con el sector público son “deficientes” y algo que salta a la vista: “Tradicional mala imagen del sector a nivel social e institucional”.
El sector destaca su “elevado nivel de calidad” de servicio y la clientela fiel
A su favor, las gasolineras gallegas aplauden el “elevado nivel de calidad de servicio”, la probada experiencia en la incorporación otros negocios complementarios –las tiendas de alimentación anexas y los puntos de limpieza son el mejor ejemplo–, “fidelización” de “parte relevante” de la clientela, el “continuo esfuerzo inversión en todos los ámbitos”, la apuesta por la tecnología, el relevante “grado de cooperación” entre los socios y la “creciente relación y empatía con la Xunta” tras los desencuentros por las facilidades de la administración autonómica a la apertura de estaciones de servicio desatendidas.
Con todas esas bazas, Fegaes apuesta por “la diferenciación, la diversificación y la transformación” a medio y largo plazo para crear estaciones de servicio multienergéticas y multiservicios. Entre las iniciativas previstas destaca el impulso a un plan “de difusión e introducción ordenada” de nuevos combustibles “y muy especialmente de aquellos cuya implantación se adaptaría de manera natural” a su actual modelo de negocio, “como es el caso de los biocombustibles basados en el hidrógeno verde y neutros de emisiones”. El sector asume que cualquier paso en ese sentido dependerá también de la existencia de “un consenso sobre la agenda integral para el despliegue de la nueva modalidad a nivel nacional”, es decir, de cuándo y cómo lleguen al mercado los nuevos combustibles limpios.
Para su reinvención, apuntan a los fondos europeos de los Next Generation, incluido el acceso a las ayudas a la formación, la digitalización y la innovación. Las estaciones de servicio están convencidas de que la puesta en marcha de nuevas actividades a sus empresas será fundamental y apuestan por lanzar “asesoramiento individualizado” para cada negocio, difundir “los casos de éxito” para animar al colectivo e insistir en campañas de “fidelización y gestión de los clientes vinculados con los nuevos negocios”.
Antes de la crisis de precios provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, en Galicia había 458 empresas dedicadas a la venta minorista de combustibles y 701 estaciones de servicio, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El número de compañías tienden claramente a la baja en los últimos años (en 2008 y 2009 se superaron las 500), mientras que las gasolineras activas aumentan. Se abrió casi medio centenar en una década. La entrada de nuevos operadores –supermercados y segmento low cost, sobre todo– “genera notables efectos sobre los tradicionales agentes del sector, llegando a suponer el cierre de muchas compañías”, señala Fegaes, que revela “un incipiente proceso de concentración” entre las grandes petroleras –las tres de referencia en la comunidad son Repsol (32% de cuota del mercado), Cepsa (14%) y Galp (7,3%)– y “una progresiva apertura de locales por parte de compañías con sede social y fiscal fuera de Galicia”.
Gasolina y gasóleo suben 3 céntimos en Galicia tras el fin de la bonificación de los 20
El nuevo paquete de medidas del Gobierno para luchar contra la inflación a partir del 1 de enero de este nuevo año dejó fuera la bonificación generalizada de 20 céntimos por litro de los combustibles que tanto criticaron en su momento expertos en fiscalidad medioambiental porque beneficiaba a las rentas altas, capaces de mantener los niveles de consumo habituales a pesar del encarecimiento. En su lugar, el descuento se aplicará a los profesionales que más dependen de los carburantes para su actividad, como los transportistas o la pesca.
Como era de esperar, la retirada de la medida ha dado otro empujón a los precios, que se mantenían muy estables en los últimos meses de 2022 por la bajada de la cotización del petróleo y la ayuda del Ejecutivo. Pero la subida en el arranque del año no ha sido tan fuerte como se esperaba. La gasolina ronda los 1,64 euros por litro en Galicia el diésel se sitúa en 1,71 euros tras un incremento algo superior al 2% en comparación con el inicio de la Navidad, unos 3 céntimos de alza.
Las estaciones de servicio de la comunidad niegan que la evolución de los precios sea sinónimo de beneficio para ellas. La rentabilidad media del 3% esconde dos grandes realidades. Aquellas grandes empresas que sí mejoran el negocio y el resto, “la mayor parte”, que se mueven entre el 0% y el 1%. El 70% factura menos de 3 millones de euros al año y seis de cada diez lograron un resultado de entre -30.000 y 80.000 euros anuales.
Fuente: farodevigo.es