• La CE reconoce en un documento que debatirán implementar el modelo nipón
  • Japón levantó la mayor capacidad de GNL de todo el mundo en pocos años…
  • …y compró firmas y proyectos extranjeros para crear una red al margen del mercado

 

Europa lleva ya más de tres años en los que ha atado los precios y la seguridad de todo su sistema energético a los caprichos del mercado. Hasta 2022 el 40% del suministro de gas en Europa venía de Rusia pero, con la guerra, todas las capitales se estremecieron ante la idea de que su gran proveedor fuera ahora su enemigo. Alemania, República Checa, Polonia, Hungría… Las quiebras se extendieron entre los principales afectados mientras el Viejo Continente trataba de desconectarse de Moscú a marchas forzadas. El gas natural representa un 26% de todo el mix energético europeo eso sí, es una parte clave del sistema pues cuando la renovable falla el gas es la clave para mantener el suministro. Si bien buena parte viene de los gasoductos de Noruega y Argelia, la realidad es que el 40% del suministro viene de barcos metaneros.

Al mismo ritmo que se perdían los pedidos de Rusia, la UE ha tenido que cambiar todo ese gas ruso por enormes pedidos de Gas Natural Licuado (GNL), la mayoría de EEUU, y, dada la celeridad y necesidad de la región, el modelo estratégico se basa en contratos en un mercado abierto donde los compromisos solo dependen de quién es el que más paga. Además las firmas del continente están obligadas a cumplir un objetivo de compra con el que llenar al 90% como mínimo las reservas de gas del continente para el día 1 de noviembre. Esto genera que, pase lo que pase hay que lograr las compras y los cargueros se dirigen a los puertos que ofrezcan las mayores primas. Bruselas ha decidido que toca dejar atrás esta realidad y decidirse por una nueva estrategia que tardará años (y grandes sumas de dinero) en implementar, pero que pueda dar estabilidad: el modelo japonés.

En un documento de la Comisión Europea al que han tenido acceso medios como Reuters o Bloomberg, los altos cargos de la UE explicaban que «el poder adquisitivo conjunto de la UE debería aprovecharse explorando la opción de compromisos contractuales a más largo plazo para hacer que los precios sean más estables, mediante los cuales la UE y/o los Estados miembros acompañen a los importadores de la UE en la inversión directa en infraestructura de exportación en el extranjero, proporcionando préstamos preferenciales a inversores privados o garantizando derechos de licuefacción de gas». En el mismo escrito hacen referencia a que el gran ejemplo de esto será la «experiencia japonesa«.

Pero, ¿cómo funciona el modelo japonés de energía? ¿Puede resolver los problemas de Europa? ¿Ha funcionado en Japón para garantizar energía barata? Estas son las claves de un sistema que genera polémica en su propio país, que quiere ahora, precisamente, explorar otras opciones en una nueva era energética mundial. Sin embargo, por el camino, ha construido un verdadero ‘imperio internacional’ para abastecerse y ha realizado unas enormes inversiones que ahora, Europa, podría replicar.

Una mega inversión en terminales

Japón, desde la revolución Meiji y su despertar industrial ha tenido un problema: el archipiélago es el hogar de una gran población, industria y una economía boyante, pero apenas tiene recursos energéticos con los que engrasar esta gigantesca maquinaria. A partir de los años setenta desde Tokio tuvieron claro que la opción más segura para garantizar un suministro constante y su propia seguridad energética era la energía nuclear. En pocos años se convirtió en uno de las mayores ejemplos de ‘nuclearización’ con un 34% de su suministro en su apogeo, en 2008 y más de 53 reactores funcionando a pleno pulmón. Sin embargo, ocurrió algo que cambió todo, Fukushima.

El año 2011 un terremoto y un tsunami provocaron un fallo en el sistema de enfriado de la planta nuclear de la ciudad. Una de las peores crisis de la historia de la nuclear, la mayor desde Chernobyl, en la que 140.000 residentes tuvieron que ser desplazados y se produjo una enorme destrucción en este emplazamiento. Se creó una zona de exclusión que hoy en día todavía no es accesible por la contaminación.

 

Japón, horrorizada por el accidente, decidió entonces renunciar a la nuclear e ir transicionando hacia un nuevo modelo energético. Este se basaría en el gas y, particularmente, en el GNL. Ahora el gas natural representa el 32% de toda la electricidad que genera el país, seguida del carbón, 28,5% y la nuclear apenas aporta el 8,5%. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) «el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011 y el posterior accidente nuclear de Fukushima provocaron el cierre de todas las plantas nucleares, lo que llevó a un aumento de la demanda de gas natural. Si bien Japón produce más gas que petróleo, la producción interna aún es muy limitada, lo que eleva la dependencia de las importaciones a más del 90%».

Terminales de GNL en Japón, según el último estudio de la AIE

El plan que Japón puso en práctica se basa en dos frentes muy diferenciados. Por un lado, levantó una enorme y vasta red de terminales GNL que permiten agilizar las importaciones y permitir un paso de los metaneros a su sistema eléctrico lo más fluido posible. Concretamente la isla cuenta con 37 terminales frente a los 57 que tiene Europa. Se trata de una diferencia muy escasa teniendo en cuenta que la UE cuenta con 449 millones de habitantes en sus fronteras y Japón 124 millones.

Sin embargo, no es solo que haya más terminales en proporción, sino que estas les otorgan mucha más capacidad de almacenamiento. BSSC Cluster comenta que «Japón tiene la mayor capacidad de almacenamiento de GNL del mundo, estimada en un total de 425,1 mil millones de pies cúbicos (Bcf) de gas natural, según datos de la Asociación Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado (GNL) (GIIGNL). La EIA estima que entre 2009 y 2023, las reservas de GNL de Japón oscilaron entre el 32% y el 66% de la capacidad de almacenamiento de GNL disponible». A diferencia de Europa esto le permite acumular grandes cantidades de excedente de gas para estar bien cubierto durante años y no convertir cada temporada en una carrera en la que, en el caso de la UE, las reservas caen hasta por debajo del 35%.

Un imperio del gas internacional

El otro frente era construir un sistema que les permita independizarse de los volubles precios del mercado. En este asunto lo que decidieron era que, aunque ellos no tuvieran las materias primas en sus fronteras, estas serían suyas a golpe de talonario. Japón utilizó una serie de vehículos con los que favorecer que sus empresas compren o exploten proyectos gasistas en el extranjero, tomen capital de empresas en otros países y firmen contratos de suministro que duren décadas con un objetivo claro: construir un portafolio energético al margen del ‘spot’, escapar de los proveedores y comprar directamente a los productores. Un verdadero imperio del Sol Naciente del gas. ¿Para qué comprar a un operador en Singapur si puedo operar directamente la planta en Australia, Texas o el Mar del Norte? Esto acompañado de fórmulas diferentes en los compromisos de compra ya dando por hecho que el suministro tiene que ser constante.

No solo fue una cuestión de contratos largos, desde Tokio se fomentó un equilibrio entre algunos contratos largos que considerasen más favorables y otros más cortos para ganar flexibilidad y poder aprovechar los momentos en los que hay precios más bajos. Cabe destacar que si bien los contratos a largo plazo anulan las prima geopolíticas y los saltos que se producen ante situaciones como alta demanda… no son totalmente independientes a los precios del spot. Estos están indexados a factores como la inflación y al precio diario, pero, especialmente lo segundo, de una forma parcial y ofreciendo mayor protección. En general, un portfolio de contratos diversificado que de certezas más allá del mercado en sí mismo.

No solo fue una cuestión de contratos largos, desde Tokio se fomentó un equilibrio entre algunos contratos largos que considerasen más favorables y otros más cortos para ganar flexibilidad y poder aprovechar los momentos en los que hay precios más bajos. Cabe destacar que si bien los contratos a largo plazo anulan las prima geopolíticas y los saltos que se producen ante situaciones como alta demanda… no son totalmente independientes a los precios del spot. Estos están indexados a factores como la inflación y al precio diario, pero, especialmente lo segundo, de una forma parcial y ofreciendo mayor protección. En general, un portfolio de contratos diversificado que de certezas más allá del mercado en sí mismo.

| JOGMEC: «Entre 2013 y 2023 Japón invirtió 93.000 millones de dólares en financiar proyectos de gas en el extranjero para suministrar al mercado japonés»

 

Desde Oxford Energy explican que la clave son los contratos a largo plazo. «Japón firmó compromiso de muchos años con indexación al contado (precios actualizados con la inflación) algo que se convirtió en esencial para poner en marcha numerosos proyectos». Esta fue la primera fase, compromisos más largos, pero la segunda fase fue fomentar a través de apoyo público que sus empresas comprasen proyectos. Esto es un política que sigue hoy en día y según el Instituto de Economía y Análisis Financiero de la Energía (IEEFA, por su siglas en inglés), el país está implicado en más de 30 proyectos de gas en todo el mundo. Solo en Asia tiene empresas en Bangladesh, India, Indonesia, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Taiwán, Tailandia y Vietnam.

Según la la Organización Japonesa para la Seguridad Energética y de los Metales (JOGMEC), solo entre las instituciones públicas japonesas han invertido desde 2013 cerca de 93.000 millones de dólares en financiar proyectos en el extranjero con lo que suministrar el mercado japonés. Estos proyectos van desde Australia hasta Norteamérica, pasando por el Mar del Norte en Europa y por África.

Estas ayudas han sido fundamental para permitir a las energéticas niponas ver el exterior como un campo rentable donde expandir su influencia. Desde BSSC comentan que el ejemplo perfecto es Mitsubishi. La firma nipona «obtuvo más de una quinta parte de sus ganancias en 2023 de las operaciones de gas natural» (viniendo de una país donde no hay producción). La firma afirma que cuenta con inversiones de GNL de más de ocho países en y 12 proyectos. La práctica totalidad de los mismos viene de Australia, Norteamérica y el sudeste asiático. Por su parte otra compañía como Mitsui es el mayor propietario de buques metaneros del mundo.

¿Puede replicarlo Europa?

Esto ha permitido un suministro seguro que, a diferencia de Europa, tenga una industria energética que no tiene obligación de mantener reservas de gas de ningún tipo. Esto, para la AIE es considerado un gran peligro en una situación de interrupción de suministros. Sin embargo, no ha habido problemas de desabastecimiento generalizado y la institución energética afirma que esto se debe a «su gran actividad a nivel internacional». Sus contratos buscan estar diversificados en todo el mundo pero su gran proveedor es Australia, por su cercanía y grandes reservas. El país anglosajón suministra cerca del 50% del gas que llega a Japón.

Este plan no es perfecto. No obstante, los precios de la energía no se han quedado precisamente quietos en Japón. Los precios del gas cotizados en Tokio han subido un 12% los últimos doce meses. Un cambio relevante pero muy lejos de las cifras cercanas al 100% que se han vivido en Europa. Eso sí los precios en el país nipón tienen variaciones enormes en muy poco tiempo y desde S&P Global señalan que este mes de diciembre los precios llegaron a dispararse un 20% ante la mayor demanda por las bajas temperaturas. También subieron un 20% en los cinco meses posteriores al comienzo de la guerra de Ucrania. Como esto demuestra, en caso de Japón los vaivenes del mercado también tienen un impacto notable, dado que estos contratos sirven más bien para compensar momentos de gran demanda. Sin embargo, en Europa estos son la norma.

| «Si Europa lo consigue creará un gasoducto virtual que dará seguridad en el suministro»

 

En cualquier caso, Japón está convencido de que tiene que bajar como sea los precios de la electricidad y por ello está cambiando este modelo para volver a la nuclear y apostar más por las renovables. De hecho ya está volviendo a poner en marcha reactores muy cercanos al epicentro del terremoto de Fukushima y que fueron apagados. Ya vuelve a tener centrales operativas y el objetivo del borrador que el gobierno firmó el 17 de diciembre pasa por que la nuclear represente el 20% de la energía.

Desde Tempos Energía explican en declaraciones a elEconomista que este cambio de modelo, pese a tener sus fallos, supondría un punto de inflexión decisivo para Europa, que tendría que volcarse a agresivas inversiones, comprar proyectos en zonas como Texas, Canadá o África y replicar esa red japonesa. «Europa ha cambiado todo el gas ruso, prácticamente, por pedidos de EEUU y estos contratos los consigue el mejor postor, es una puja constante. En caso de que Bruselas vaya a los productores y nos a los proveedores construiría un gasoducto virtual que daría gran seguridad, aseguraría buena parte del suministro.

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