Jorge de Benito, presidente de CEEES | 28.01.22
Los precios tan altos del petróleo y de los carburantes que tenemos en la actualidad reflejan en cierta medida la tensión que se vive en estos momentos en Ucrania. Los tambores de guerra afectan y mucho a los mercados de materias primas y muy especialmente a los de productos energéticos. Casi todo el mundo habla de los problemas que tendría Europa si tuviera que prescindir del gas ruso, pero lo cierto es que el mundo entero tendría problemas con el precio del petróleo si la escalada bélica fuera a más. Rusia produce entre 10 y 12 millones de barriles de petróleo al día. EEUU produce más de 15 millones de barriles de petróleo al día. Evidentemente, que el primer y el tercer productor mundial de petróleo protagonicen una escalada de tensión como la que se está viviendo en Ucrania no puede traer más que consecuencias negativas al precio del crudo. Algunos analistas de toda solvencia (JP Morgan) dibujan escenarios a medio plazo con el barril de Brent a 150 dólares. Y casi todos los expertos coinciden en señalar que pronto superaremos la barrera psicológica de los 100 dólares (hoy cotiza a 90 dólares, en su nivel máximo desde 2014).
Pues pese a lo que los consumidores podrían pensar, al precio del carburante se traslada sólo una parte del incremento que experimenta el petróleo. Tengamos en cuenta que en el último año el Brent se ha encarecido más de un 56%, mientras que la gasolina y el gasóleo “sólo” (entre comillas) son un 25% más caros. Una parte de la explicación es que el elevado nivel de impuestos que gravan los hidrocarburos amortiguan la subida de las materias primeras (y también las bajadas). Pero también suben menos los carburantes que el petróleo porque las estaciones de servicio no trasladamos en su totalidad a nuestros monolitos las subidas de precios que sufrimos.
En cualquier caso, recordemos que más de la mitad del PVP de gasolina y gasóleo se corresponde con impuestos. Por eso, cuando el Gobierno decidió suprimir el impuesto a la generación eléctrica y reducir temporalmente el IVA que grava la electricidad del 21% al 10% desde CEEES aplaudimos esa medida, nos pareció una buena idea en un momento en el que hay que consolidar la recuperación y, para ello, necesitamos maximizar la renta disponible de los consumidores. Pero también dijimos que no comprendíamos que esa reducción temporal de impuestos no se aplicara también a los carburantes. La demanda sigue alrededor de un 15% por debajo de lo habitual y, lejos de estimularla (que falta le haría al Estado para recaudar los 17.000 millones que ingresa en concepto de Impuesto Especial de Hidrocarburos e IVA), nos encontramos con que gasolina y gasóleo son cada vez más caros, en buena medida por decisiones políticas.
El Gobierno ha entrado en una espiral de criminalización del vehículo privado y del motor de combustión interna. Por supuesto que cualquier nuevo impuesto al transporte afecta a nuestros clientes y, por tanto, a las estaciones de servicio, de las que dependen alrededor de 50.000 empleos en todo el territorio nacional, muchos de ellos en la España vaciada.
A las pymes familiares que constituimos la mayor parte de la red de estaciones de servicio en España nos viene muy mal que el precio esté tan alto. El nuestro es un negocio de volumen, porque está demostrado que cuanto más caros están los carburantes menos cogen los automovilistas sus vehículos. Las estaciones de servicio somos las primeras víctimas de la escalada de precios. De hecho, a día de hoy nuestras ventas se sitúan un 15% por debajo de lo que sería normal a estas alturas del año.
Sea como fuere, los elevados precios no responden únicamente a los desajustes entre oferta y demanda, sino que tienen también su origen en decisiones políticas. En este sentido, pronto entrará en vigor el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), en virtud del cual se sacarán cargos de financiación de renovables de la factura de la luz y se incluirán en las del gas y los carburantes con el objetivo de sostener el sistema eléctrico. Sólo esta medida, que es el juego del trilero, encarecerá los carburantes alrededor de 7 céntimos por litro. Tenemos además el Fondo Nacional de Eficiencia Energética, que supone de momento un sobreprecio de casi 3 céntimos por litro. En total, se prevé que en 2022 los carburantes se encarezcan unos 10 céntimos por litro sólo por estas medidas políticas, que vienen a sumarse a los 7 céntimos por litro que ya a día de hoy pagamos para hacer frente a las crecientes exigencias medioambientales, como la obligación de incorporar biocarburantes. Hemos de ser conscientes de que ser verdes está muy bien, pero tiene un precio.
Muchas veces nos preguntan por la diferencia de precios entre unas estaciones de servicio y otras. En este punto, debemos tener en cuenta que la casuística es infinita. Depende mucho del tipo de estación de servicio, si es urbana, rural o de carretera, si tiene empleados o no, si el servicio es atendido o en autoservicio, si ha realizado inversiones que ha de amortizar en un plazo razonable, etc. En un bar normal y corriente una caña cuesta 1,20 euros y en un chiringuito de playa en agosto pagamos 3 o 4 euros y no nos parece tan raro. Las comparaciones son en ocasiones engañosas, porque se comparan los precios en el monolito y no se tienen en cuenta los descuentos que muchas estaciones de servicio realizan a sus clientes gracias a las tarjetas de fidelización, promociones, etc.
Sobre nuevas energías y transición ecológica:
Las estaciones de servicio garantizamos el suministro de energía para la movilidad, independientemente del vector energético que se utilice.
• El futuro será multienergético y las estaciones de servicio agrupadas bajo el paraguas de CEEES ya estamos invirtiendo para ofrecer a nuestros clientes los productos y servicios que estos nos demanden, tal y como venimos haciendo desde hace décadas.
• Una transición energética desordenada puede provocar el cierre de estaciones y zonas de sombra de suministro, especialmente en la España vaciada.
• CEEES apuesta por la neutralidad tecnológica. No somos anti nada, estamos a favor de que todas las tecnologías compitan entre sí en igualdad de condiciones.
En esta línea contesté ayer en el programa LA LINTERNA, de LA COPE
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