Un pozo de petróleo al lado de una tubería que echa fuego
El conflicto en la OPEP+ amenaza con hundir los precios. Firma: iStock
 
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Las dudas en el seno de la OPEP+ y la desaceleración de la economía en algunas regiones que son importadoras netas de petróleo (como Europa) están generando gran volatilidad en el mercado de petróleo. Frente a la relativa estabilidad de la demanda, los problemas para el crudo están llegando, esta vez, por el lado de la oferta. Arabia Saudí, el mayor productor de la OPEP, parece haber dicho basta. Los inmensos recortes de producción de Riad no están siendo secundados por dos de los países africanos del cártel, Nigeria y Angola, lo que pone en riesgo la estrategia de la OPEP+ (OPEP más Rusia) y amenaza con generar una guerra interna como la de 2020.

En este conflicto el Reino Saudí tiene la capacidad de hacer entrar en razón a sus socios por la fuerza, a base de abrir los grifos de la producción y aguantar el tirón de la caída de los precios. Por capacidad, el aumento de producción que puede llevar a cabo Arabia es mayor que todo el petróleo que pueden generar ambos países combinados: Arabia podría alcanzar los 12 millones de barriles de producción total, según Bloomberg, mientras que Nigeria y Angola producen entre los dos 2,6 millones de barriles, casi al límite de su capacidad.

El precio de los futuros de petróleo se mueve al son de los rumores del mercado acerca de la próxima reunión de la OPEP+. Esta falta de consenso podría estar detrás del repentino retraso del cónclave petrolero, previsto en un principio para el 26 de noviembre. El barril de Brent, petróleo de referencia en Europa, cotiza en la zona de los 80 dólares, cuando a finales de septiembre superaba los 96 dólares.

«Es probable que Arabia Saudí esté intentando dar un susto a los miembros de la OPEP, dado que las recientes caídas del petróleo se han producido por un incremento de las posiciones bajistas en el crudo y han puesto en el foco el cumplimiento de las cuotas de producción OPEP+, junto al mayor ritmo de producción en EEUU y Brasil», aseguran los analistas de TD Securities.

Si bien es cierto que parte de la caída del petróleo se puede atribuir a las posiciones bajistas del crudo, también hay que decir que este tipo de inversores no suele dar puntada sin hilo. Cuando huelen la sangre, los inversores bajistas aumentan sus posiciones (a través de futuros, opciones, CFDs…) para recoger los frutos más tarde. Como es lógico, para recoger esos frutos necesitan que el precio del petróleo caiga de verdad. Esto último sucede cuando aparecen grietas en el mercado. Si los fundamentales del petróleo fueran claramente alcistas (mucha más demanda que oferta), los especuladores correrían el riesgo de arruinarse.

Los expertos de TD Securities explican que el retraso de la reunión de la OPEP+ apunta a la insatisfacción de Arabia Saudí con los niveles de producción de petróleo crudo de otros miembros. Mientras que Riad ha cerrado las espitas de forma notable (está produciendo entre dos y tres millones de barriles por debajo de su potencial inmediato), el resto de los miembros del cártel parecen están usando diferentes argucias para producir por encima de su cuota y ganar una mayor porción de mercado, precisamente, aprovechando los esfuerzos de Arabia Saudí. Esto, en teoría económica, se conoce como el problema del ‘gorrón’ o ‘free rider’. Aquí enlazado el tema del gorrón

El ‘problema del gorrón’ o free rider

Esta situación en economía se conoce como el ‘problema del gorrón o polizonte’, también conocido como el consumidor parásito (en inglés free rider problem). Un ‘gorrón’ o free rider es un agente que recibe un beneficio por utilizar un bien o un servicio, pero evita pagar por él o esforzarse por llevarlo a cabo. Estos agentes (en el caso de los recortes de petróleo serían los países de la OPEP+ los gorrones que no se ciñen a los recortes) los que se ven beneficiados por las acciones de los demás (los recortes de Arabia Saudí, que sacrifica cuota de mercado a cambio de elevar el precio del crudo y vender menos), sin que ellos mismos tengan que asumir algún papel con el coste de esas acciones. Este término es muy utilizado en economía para definir a aquel ciudadano que tiene interés en beneficiarse de un bien público, el alumbrado, el ejército, la policía, la sanidad, pero no está dispuesto a pagar por él.

Sólo hay que remontarse tres años para revisar el último conflicto que generó un gorrón en el mercado del petróleo. En 2020, en plena crisis por la llegada de la pandemia de Covid, Arabia Saudí quiso dejar claro que no estaba dispuesta a sacrificar su cuota de producción a cambio de nada, y permitir así que Rusia se beneficiase de los esfuerzos que estaba haciendo el reino para mantener los precios del petróleo a niveles razonables. La demanda de petróleo se había hundido por los confinamientos, y Rusia adoptó la postura del gorrón, evitando recortar su oferta mientras Arabia y sus compañeros de la OPEP sí lo hacían.

Las dudas en el seno de la OPEP+ y la desaceleración de la economía en algunas regiones que son importadoras netas de petróleo (como Europa) están generando gran volatilidad en el mercado de petróleo. Frente a la relativa estabilidad de la demanda, los problemas para el crudo están llegando, esta vez, por el lado de la oferta. Arabia Saudí, el mayor productor de la OPEP, parece haber dicho basta. Los inmensos recortes de producción de Riad no están siendo secundados por dos de los países africanos del cártel, Nigeria y Angola, lo que pone en riesgo la estrategia de la OPEP+ (OPEP más Rusia) y amenaza con generar una guerra interna como la de 2020.

 

En este conflicto el Reino Saudí tiene la capacidad de hacer entrar en razón a sus socios por la fuerza, a base de abrir los grifos de la producción y aguantar el tirón de la caída de los precios. Por capacidad, el aumento de producción que puede llevar a cabo Arabia es mayor que todo el petróleo que pueden generar ambos países combinados: Arabia podría alcanzar los 12 millones de barriles de producción total, según Bloomberg, mientras que Nigeria y Angola producen entre los dos 2,6 millones de barriles, casi al límite de su capacidad.

 
El precio de los futuros de petróleo se mueve al son de los rumores del mercado acerca de la próxima reunión de la OPEP+. Esta falta de consenso podría estar detrás del repentino retraso del cónclave petrolero, previsto en un principio para el 26 de noviembre. El barril de Brent, petróleo de referencia en Europa, cotiza en la zona de los 80 dólares, cuando a finales de septiembre superaba los 96 dólares.
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«Es probable que Arabia Saudí esté intentando dar un susto a los miembros de la OPEP, dado que las recientes caídas del petróleo se han producido por un incremento de las posiciones bajistas en el crudo y han puesto en el foco el cumplimiento de las cuotas de producción OPEP+, junto al mayor ritmo de producción en EEUU y Brasil», aseguran los analistas de TD Securities.

Si bien es cierto que parte de la caída del petróleo se puede atribuir a las posiciones bajistas del crudo, también hay que decir que este tipo de inversores no suele dar puntada sin hilo. Cuando huelen la sangre, los inversores bajistas aumentan sus posiciones (a través de futuros, opciones, CFDs…) para recoger los frutos más tarde. Como es lógico, para recoger esos frutos necesitan que el precio del petróleo caiga de verdad. Esto último sucede cuando aparecen grietas en el mercado. Si los fundamentales del petróleo fueran claramente alcistas (mucha más demanda que oferta), los especuladores correrían el riesgo de arruinarse.

Los expertos de TD Securities explican que el retraso de la reunión de la OPEP+ apunta a la insatisfacción de Arabia Saudí con los niveles de producción de petróleo crudo de otros miembros. Mientras que Riad ha cerrado las espitas de forma notable (está produciendo entre dos y tres millones de barriles por debajo de su potencial inmediato), el resto de los miembros del cártel parecen están usando diferentes argucias para producir por encima de su cuota y ganar una mayor porción de mercado, precisamente, aprovechando los esfuerzos de Arabia Saudí. Esto, en teoría económica, se conoce como el problema del ‘gorrón’ o ‘free rider’. Aquí enlazado el tema del gorrón

El ‘problema del gorrón’ o free rider

Esta situación en economía se conoce como el ‘problema del gorrón o polizonte’, también conocido como el consumidor parásito (en inglés free rider problem). Un ‘gorrón’ o free rider es un agente que recibe un beneficio por utilizar un bien o un servicio, pero evita pagar por él o esforzarse por llevarlo a cabo. Estos agentes (en el caso de los recortes de petróleo serían los países de la OPEP+ los gorrones que no se ciñen a los recortes) los que se ven beneficiados por las acciones de los demás (los recortes de Arabia Saudí, que sacrifica cuota de mercado a cambio de elevar el precio del crudo y vender menos), sin que ellos mismos tengan que asumir algún papel con el coste de esas acciones. Este término es muy utilizado en economía para definir a aquel ciudadano que tiene interés en beneficiarse de un bien público, el alumbrado, el ejército, la policía, la sanidad, pero no está dispuesto a pagar por él.

Sólo hay que remontarse tres años para revisar el último conflicto que generó un gorrón en el mercado del petróleo. En 2020, en plena crisis por la llegada de la pandemia de Covid, Arabia Saudí quiso dejar claro que no estaba dispuesta a sacrificar su cuota de producción a cambio de nada, y permitir así que Rusia se beneficiase de los esfuerzos que estaba haciendo el reino para mantener los precios del petróleo a niveles razonables. La demanda de petróleo se había hundido por los confinamientos, y Rusia adoptó la postura del gorrón, evitando recortar su oferta mientras Arabia y sus compañeros de la OPEP sí lo hacían.

 

En marzo de 2020 se confirmó la primera reunión de la OPEP desde 2014 que terminó sin un acuerdo, y dio comienzo una guerra de precios, con Arabia aumentando la oferta hasta los topes y ofreciendo rebajas a sus compradores. La cotización del Brent cayó por debajo de los 20 dólares, y el West Texas llegó incluso a cotizar en precios negativos. Rusia, que en aquel momento financiaba la mitad de su gasto público con sus ingresos por la venta de recursos energéticos, sólo tardó un mes en entrar en razón y dejar de lado la postura del gorrón. No hay que olvidar que muchos de estos grandes productores de petróleo tienen una dependencia enorme de las exportaciones de barriles para poder cuadrar sus cuentas públicas, y cada uno se da por satisfecho con un precio del petróleo diferente.

Los expertos de Julius Baer señalan la importancia de que se haya postergado la reunión. «Han recordado al mercado que los miembros de la OPEP tienen diferentes intereses». Según los expertos, hay una gran diferencia entre los objetivos de las diferentes naciones, que están levantando asperezas. «Mientras que Arabia necesita un petróleo en 90 dólares para financiar su ambicioso programa económico (potente inversión para diversificar su economía), el resto no está tan apurado». En ese sentido, señalan que «la mayoría de los estados miembros verían con buenos ojos unos presupuestos estables con precios en los 70 dólares», especialmente Emiratos Árabes y Kuwait, pues «han invertido en grandes capacidades de producción que necesitan explotar».

De este modo el banco suizo asegura que el cártel «podría posponer una caída del crudo, pero la realidad económica no puede posponerse». Los expertos de la firma explican que la menor demanda que se proyecta y el aumento de producción de países como EEUU están generando «unos fundamentales que deberían persistir, provocando más caídas en el crudo». Una situación que estaría sumando tensión en el seno de la organización internacional, pues están viendo que ahora tienen un desafío mayor de lo que esperaban.

Nigeria y Angola ponen pegas

El desacuerdo que hay en este momento entre los miembros de la OPEP+ no tiene a Rusia como protagonista. Moscú parece estar cumpliendo en este momento con las cuotas establecidas, aunque en el último año muchos analistas han destacado la falta de compromiso del país con sus socios petroleros, al exportar más crudo del que había acordado con sus socios. En esta ocasión, el problema lo están creando Nigeria y Angola.

Se trata de los dos países africanos que más crudo producen dentro de la OPEP+, con 1,49 y 1,13 millones de barriles diarios de producción para Nigeria y Angola, en ese orden, con capacidad total de alcanzar los 1,6 y 1,2 millones de barriles, respectivamente, según los datos que maneja Bloomberg. Según fuentes de la agencia, estos dos países están negándose a reducir su producción desde los niveles actuales, y están siendo presionados por los grandes líderes del cártel para que contribuyan a un nuevo recorte de oferta que se prolongará durante el año que viene. Ahora Arabia tiene hasta el día 30, cuando se producirá la reunión de forma telemática, para preparar el terreno con el que conseguir convencer a ambos países, y que dejen de aprovecharse de los esfuerzos ajenos.

Según los datos publicados en el último acuerdo de la OPEP sobre recortes de crudo, está claro que Riad es el gran protagonista del cártel. El Reino es con diferencia el líder con una reducción de la producción de 500.000 barriles diarios, seguido de Irak con 211.000, Emiratos Árabes Unidos (EAU) con 144.000 y Kuwait con 128.000. Aunque esto es solo dentro del marco de la organización internacional. Al margen de la misma ha emprendido también una rebaja en su producción de 1 millón de barriles más para sostener el precio del barril.

Para comprender el peso de Arabía Saudí en estas medidas, la OPEP en su conjunto tiene pactado un recorte hasta finales de 2024 de 3,66 millones de barriles, incluyendo los recortes voluntarios. Esta cantidad supone el 3,6% de toda la demanda mundial de crudo. Entre estos destacan no solo los miembros de la organización, sino también aliados como Rusia, que son responsables de haber dejado de inyectar 300.000 barriles diarios. Sin embargo, queda clara la importancia de la monarquía islámica, al representar cerca del 41% de los recortes totales tanto pactados por el cártel como voluntarios. Un esfuerzo que se ve comprometido por una economía que está lanzando señales de alerta.

Arabia Saudí se encuentra, además, con que la situación económica no es tan pujante como para que los demás no colaboren con los recortes del petróleo. El país se encuentra en un momento complicado en el que, precisamente, la tendencia a la baja del oro negro, está haciendo un destrozo en su crecimiento. Tras un 2022 de potentes subidas que llegaron a superar el 11% en el PIB mientras la guerra Ucrania-Rusia hacía volar al Brent, 2023 está siendo un año de desaceleración. A pesar de que arrancó con un trimestre aún potente con un crecimiento del 3,8%, este se fue reduciendo para, en el tercero, tener una potente contracción del 4,5%.

El Reino ha sido el que más caro ha pagado mantener alto el barril, y el que más sufre con su caída. Con una reducción de barriles diarios que puso en marcha el pasado julio y que se mantiene vigente hasta diciembre, el país está ganando menos por producción y precio. Esta medida fue tomada en su momento, según el ministro de Energía del país, Abdelaziz bin Salman, para «fortalecer las medidas de la OPEP y garantizar la estabilidad del mercado». Por ello, y a medida que el petróleo seguía sin terminar de repuntar, ha ido extendiendo esta decisión.

Además, esta situación choca por completo con el ‘plan 2030’ la ambiciosa iniciativa con la que se ha presentado al mundo el príncipe heredero, Mohamed Bin Slman. Este plan consiste en un gasto público récord para crear potentes estructuras económicas en todos los sectores de la economía para, en el año 2030, que sean estas las que generen la riqueza del país y no ser así dependientes del petróleo.

Esta hoja pasa por un gasto récord en minería, para convertirse en una potencia mundial, compras internacionales en el sector de la telecomunicación, una potente inyección en la industria metalúrgicas, inversión en el sector financiero, una expansión del turismo y hasta convertir la liga de fútbol de Arabia en una de las mejores del mundo. Sin embargo, este plan depende de una entrada masiva de ingresos petroleros, de hecho Fitch estima en su último informe la necesidad de subir a corto plazo el gasto un 32% en 2023 y seguir con subidas en años posteriores del 15%.

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