Busca impulsar la presencia de estos vehículos y endurecer los estándares de los que utilizan gasolina
Joe Biden busca un cambio radical en el sector de la automoción para EE.UU., el país del coche por antonomasia. El presidente de la primera potencia mundial presenta hoy una orden ejecutiva con la que busca impulsar la presencia del coche eléctrico y endurecer los estándares de los vehículos que utilizan gasolina.
El objetivo sobre coches eléctricos, que no es vinculante, impone que el 50% de los vehículos que se vendan en el año 2030 sean eléctricos. Los estándares, que sí son obligatorios, serán propuestos por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en sus siglas en inglés) y el Departamento de Transporte y establecerán límites más exigentes en emisiones de gases y en eficiencia de uso de combustible
en modelos de vehículos hasta el año 2026.
Las medidas, que pueden tener un coste político considerable para Biden, se alinean dentro de la política medioambiental expansiva que abrazó el presidente durante la campaña electoral del año pasado para convencer al ala izquierdista de su partido y que impulsó desde su llegada a La Casa Blanca. En su batería de órdenes ejecutivas que firmó el primer día como presidente, las medidas medioambientales tuvieron un gran peso y ya avanzó la aprobación de estándares de emisiones y eficiencia más duros, en un cambio radical frente a la política de su antecesor, Donald Trump, que desmanteló los estándares aprobados por Barack Obama.
Mercado de vehículos eléctricos
La carta política que Biden ha elegido para defender estas nuevas medidas está fuera de las fronteras de EE.UU.: China. Según la Casa Blanca, el objetivo del impulso al mercado de vehículos eléctricos es «posicionar a EE.UU, para que domine el futuro del vehículo eléctrico» y « enfrentar la crisis climática», pero también para «outcompete China».
Como en todo su programa económico, Biden vincula aquí la política medioambiental a la creación de puestos de trabajo y la recuperación del brillo legendario de la industria de la automoción de EE.UU..
«A pesar de que somos pioneros en su tecnología, EE.UU. está por detrás en la carrera por la fabricación de estos vehículos y las baterías que van en ellos», aseguró la Administración Biden. «Hoy, la cuota de mercado de EE.UU. en venta de vehículos eléctricos es solo un tercio de la de China». De momento, solo el 4% de los vehículos que se venden en EE.UU. son eléctricos o híbridos.
Hacer frente al empuje chino es una necesidad estrategia para la Casa Blanca: «China está asfixiando el suministro global para la fabricación de coches eléctricos y sus baterías con su creciente mercado de vehículos eléctricos», explicó en su comunicado.
Llegar al objetivo
Biden buscará llegar al objetivo marcado de 50% de vehículos eléctricos vendidos en 2030 con el impulso de una red nacional de estaciones de carga, ayudas financieras a los fabricantes para transformar su negocio y desarrollar más coches eléctricos e incentivos fiscales para convencer a los consumidores. Buena parte de la expansión de ella venta de coches eléctricos en otros mercados, como Europa y China, está basada en el impulso de esos incentivos.
Junto a Biden, comparecerán ejecutivos de algunos de los principales fabricantes con presencia en EE.UU. Ford, General Motors y Stellantis situaron el objetivo de venta de coches eléctricos «entre el 40% y el 50%» para 2030 «con el objetivo de que el país esté más cerca de las ‘emisiones cero’ que buscan los objetivos climáticos de París», dijeron en un comunicado sobre el acuerdo climático impulsado por la Administración Obama y al que Biden ha regresado después de que Trump lo rechazara. «Estamos dispuestos a trabajar con la Administración Biden, el Congreso y los gobiernos estatales y locales para impulsar políticas que permitan estos objetivos ambiciosos».
Lo que no ven con buenos ojos muchos de losfabricantes son los nuevos estándares de eficiencia y emisiones-más inmediatos que los objetivos del mercado de vehículos eléctricos-. Su idea es que los beneficios con los modelos actuales -más contaminantes- podrían servir para financiar una transición hacia los coches eléctricos con más dificultades para ser rentable.