Es probable que las malas noticias se conviertan en una constante los próximos años, sobre todo para los propietarios de vehículos con motor de combustión a gasóleo y gasolina, ya que forman parte de un paquete de medidas que preparan la desaparición de esta tecnología en Europa a partir del 2035. Las malas noticias más recientes están relacionadas con Hacienda y con una reforma fiscal promovida por Bruselas que podría incrementar los precios de los combustibles fósiles durante los próximos cuatro años.

La información ha sido proporcionada por la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES), que ha calculado que el incremento será de 34 céntimos por litro, en el caso del gasóleo, y de 22 céntimos por litro en el precio de la gasolina. Es una medida que se verá reflejada a su vez en los costes del transporte, en la producción agropecuaria y en la producción de energía que utilice combustibles fósiles, entre otros sectores.

Un aumento en dos tramos que solo beneficia al Estado

Este aumento progresivo de los combustibles, causado por una reforma fiscal, se daría en dos tramos, según el análisis y las explicaciones proporcionadas por Nacho Rabadán, actual director general de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio. Por un lado, atendiendo peticiones de la CE, España homologará los precios de la gasolina y el gasóleo. Junto a ello, habrá una recarga adicional de impuestos a la gasolina y al gasóleo para financiar las inversiones que se están haciendo en la producción de fuentes de energía alternativas para producir electricidad. Además, servirían para financiar el Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE).

La homologación del gasóleo y la gasolina implicaría un aumento de 27 céntimos por litro en el caso del primero, y de 17 céntimos en el precio de la gasolina. Y el impuesto para destinar recursos al FNSSE llevaría a otro aumento, que podría estar entre los 5 y los 7 céntimos. En resumen, el incremento de precios del gasóleo y la gasolina sería de 34 y 22 céntimos, respectivamente.

El bioetanol, una alternativa

Los portavoces de la CEEES quieren ser claros en que estos aumentos no generarán ninguna ganancia o beneficio a los propietarios de las estaciones de servicio y que se trata de ingresos que irán directamente a las arcas del Estado. Por el contrario, consideran que se trata de una medida que perjudica a los trabajadores independientes que gestionan estaciones de servicio, y a aquellos trabajadores que utilizan maquinaria en sus procesos productivos, o trabajan como transportistas.

La CEEES propone como alternativa seguir el ejemplo de Francia y que el Estado español reduzca el impuesto al bioetanol y otros biocombustibles. En el país vecino el bioetanol paga un impuesto de 11 céntimos por litro, mientras que la gasolina puede llegar a pagar hasta 68 céntimos por litro. En cambio, en España, el bioetanol es más costoso que la gasolina.

La explicación de este fenómeno, en palabras de Nacho Rabadán, es “en primer lugar, porque el impuesto que se aplica aquí es el mismo que la gasolina, mientras que sus costes de producción y venta son más elevados. Por ello, se da la paradoja que cuanto más sostenible es el carburante, más caro es su precio y más impuesto paga”.

El bioetanol, al mezclarse con la gasolina, y una vez que se logre un pago de impuestos similar al que aplica Francia a este producto, podría hacer que el precio de la gasolina se reduzca, o al menos se mantenga, y de este modo España dejaría de ser el país de la Unión Europea que menos utiliza biocarburantes.

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