Jon y Nuria Lekue, junto a Jon, padre de Nuria y fundador de la empresa en 1968. /
La Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi premia a Autonervión, que celebra su medio siglo de actividad de mano de los hijos de sus fundadores
En 1969 Renault decidió que un único concesionario ya no era suficiente para cubrir la creciente demanda de vehículos de Vizcaya y escogió Barakaldo, la segunda población más importante del territorio, para expandirse de la mano de uno de los trabajadores del establecimiento original de la Gran Vía bilbaína. Aquel empleado, Jon Lekue, supo aprovechar la oportunidad y dar forma a lo que hoy es Autonervión, una de esas empresas por la que pasa el tiempo… Para bien. La firma, ahora conducida por la segunda generación de la familia Lekue, acaba de recibir junto a Geinsa el reconocimiento de Aefame, la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, que cada año destaca el esfuerzo de unas firmas que, en su conjunto, representan el 70% del PIB vasco.
Aquella primera ampliación pronto resultó ser escasa. El establecimiento de Barakaldo enseguida quedó desbordado y Jon Lekue buscó nuevo emplazamiento en Sestao, en la vega del río Galindo. «Cuando lo normal era tener el taller debajo de casa, nosotros apostamos por trasladarnos fuera de un centro urbano para poder ofrecer un servicio integral al cliente. Cuando lo hicimos, en 1975, poca gente sintonizaba con la idea. Decían que nadie llevaría su vehículo a reparar tan lejos», recuerda.
«Fue una decisión muy audaz y más de uno le preguntó si estaba loco. Aquí no había agua ni luz. Las únicas empresas situadas en esta carretera (la de Barakaldo a Trapagarán) eran industriales, la Babcock Wilcox y General Electric, y donde ahora vemos la estación de servicio estaba el caserío Gandarías», subraya su hija Nuria, responsable desde hace nueve años de las estaciones de servicio Galindo, uno de los negocios nacidos a la buena la sombra del concesionario. Porque el tiempo (y el tesón) le dieron la razón; los doce trabajadores con los que inicialmente contaba el concesionario son hoy un centenar y se reparten en las filiales creadas por la familia siguiendo la evolución del propio sector del automóvil. Pero vamos por partes.
También en aquellos primeros años se incorporaron a la empresa sus hermanos Luis María y Arantxa. Autonervión iba a ser una empresa familiar desde la primera generación. «Mi tío Jon, que era el mayor, tuvo que hacer de cabeza de familia desde bien joven por la muerte de mi abuelo, así que cómo no iba a intentar trabajar con sus propios hermanos si el negocio lo permitía», explica Jon, hijo de Luis María y director general del concesionario desde hace una década. Él ni había nacido por entonces, así que desde bien pequeño lo de acompañar al aita al trabajo y entretenerse jugando entre los coches, «haciendo el ruido del claxón», era lo más natural del mundo. También lo fue para Nuria, aunque ella recuerda con más cariño «la mesa de la tía Arantxa». Cómo no si se ocupaba de la caja y la administración y la tenía «llena de lápices, rotuladores de colores y clips». «Un paraíso para una pequeñaja de tres añitos», ríe.
Primeros coches eléctricos
Desde entoces el sector ha cambiado «una barbaridad», pero nada comprado con lo que parece que veremos. «Hay quien dice que en los próximos cinco o diez años habrá más cambios que en los últimos cincuenta: los coches cada vez son más tecnológicos y serán autónomos, la regulación sobre combustibles va a cambiar, el usuario tiene más opciones que la compra… Aquí pusimos a la venta los primeros coches eléctricos ya en 2012 », enumera Jon. «Estar en ese cambio desde el minuto cero es fundamental. No sólo tienes que adaptarte al cambio; además tienes que hacerlo de una manera muy rápida», subraya Nuria.
Para ellos la fórmula de adaptarse a los cambios ha sido «tan sencilla como ofrecer al cliente la mayor cantidad de servicios posible, porque es él el que va a llevar el mercado a donde quiera que éste vaya». Así surgieron las dos estaciones de servicios (unos meses antes incluso que el propio concesionario de Sestao) y, más tarde, la filial de alquiler de automóviles multimarca (Autorent) o, dentro de la propia Autonervión, la oficina de seguros que ya no sólo ofrece pólizas relacionadas con los automóviles. «Las estaciones de servicio, por ejemplo, pueden parecer sólo eso pero en ellas hemos ido incluyendo otros servicios como una lavandería industrial hasta un punto de recogida de Correos y Amazon. Eso sin olvidar las propias innovaciones relacionadas con el sector, como contar con un punto de recarga para los coches eléctricos u ofrecer GLP (gas licuado del petróleo) y, dentro de poco, GNC (gas natural comprimido)», destaca Nuria.
En estos años también ha habido ideas que no han terminado de cuajar, «aunque sólo fuera porque no era el momento más apropiado», como el proyecto para electrificar vehículos de combustión junto a una ingeniería y una empresa de fabricación de baterías. «Hay que probar cosas, unas veces aciertas y otras no tanto. Ahora estamos mirando las posibilidades del ‘carsharing’ y el ‘rent a car’, es decir del pago por uso del vehículo o del alquiler», señala el actual director general de Autonervión.
La empresa ya logró en 2006 el Premio Marcelo Gangoiti por su gestión comprometida y respetuosa con la preservación del medio ambiente, la contribución al desarrollo de la Margen Izquierda y la creación continuada de empleo. «Entonces aún estaban al frente nuestros padres, que lo más importante que nos dejaron fue su pasión por el trabajo y el arraigo, la vinculación con nuestro entorno, que es fundamental. Colaboramos con centros de formación, patrocinamos equipos deportivos, intentamos tener el menor impacto medioambiental apoyando las nuevas tecnologías… De hecho acabamos de instalar placas fotovoltaicas en las estaciones de servicio para intentar ser energéticamente autosuficientes», añade Nuria