El 38% de la flota utiliza GNC frente un 37% que utiliza gasóleo para propulsarse, mientras que el autobús híbrido mejora hasta el 11,3%.
Por primera vez, el gas natural comprimido desplaza al diésel como el combustible más utilizado en los autobuses urbanos y metropolitanos, según señala el último estudio elaborado por el Observatorio de Movilidad Metropolitana difundido por la asociación Atuc Movilidad Sostenible. El documento constata que el 38% de la flota utiliza GNC frente un 37% que utiliza gasóleo para propulsarse.
Los resultados obtenidos muestran que también mejora el autobús híbrido con un 11,3%. Se constata, por tanto, una mejora notable en la tecnología del motor y en el tipo de combustible con respecto a los años anteriores, en una clara apuesta por las energías más limpias, si bien Atuc recuerda que, por su propia definición, el transporte público siempre es un modo “limpio”, independientemente de la propulsión que utilice.
Respecto al reparto modal, Atuc destaca el amplio apoyo de la ciudadanía por los modos verdaderamente sostenibles (transporte público, bicicleta y caminar) frente a los modos privados motorizados (automóvil y moto). En Madrid, por ejemplo, la cuota de transporte público fue en 2019, año que analiza el informe, de un 34,4% frente al 25,4% del privado motorizado, mientras que en Barcelona el coche y la moto apenas representaron un 15,4% frente al 83,6% que suman los modos sostenibles.
Entre 2013 y 2020, la longitud de kilómetros de carriles bus en las áreas metropolitanas aumentó un 19,2%. En este sentido, la ciudad que cuenta con mayor longitud de carriles bus es Barcelona (212 kilómetros), con un incremento de 21 kilómetros respecto año anterior, seguido por Madrid (145), Valencia (90) y Sevilla (47).
La asociación reclama una mayor inversión en infraestructuras destinadas a potenciar la verdadera movilidad sostenible, de manera que se avance en un cambio modal a favor de los modos que la representan, ayudando a diseñar ciudades con un aire más limpio, menos ruidos y con una mejor gestión del espacio público. En definitiva, conseguir un entorno más habitable diseñado para las personas.