• China ha comprado una media de 1,05 millones de barriles de petróleo iraní

Petroleros Oceano PacificoPetroleros surcando el Océano Pacífico. Bloomberg.

 

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El pasado 3 de noviembre, la Cámara de Representantes estadounidense aprobó un proyecto de ley para endurecer las sanciones sobre las exportaciones de petróleo iraní. Concretamente, la ley busca extender las sanciones a los puertos y refinerías que procesan crudo originario de la república islámica. Con ello se pretende golpear la economía de un aliado clave de Hamás en plena guerra con Israel. Sin embargo, de momento Teherán está logrando esquivar las restricciones de la Casa Blanca gracias a la ayuda de China, el mayor comprador mundial de oro negro iraní.

China ha comprado una media de 1,05 millones de barriles de petróleo iraní diarios desde enero hasta octubre de este año, según datos de Vortex citados por Reuters. Se trata de un 60% más que en 2017, cuando se alcanzó el récord de compra de crudo de Irán por parte del país asiático. El incremento es considerable, ya que el pasado mes de octubre, se estima que las importaciones de China alcanzaron los 1,45 millones de barriles de petróleo diarios, cifra récord para un solo mes.

Paralelamente, se calcula que Irán exportó, el pasado octubre, un total de 3,17 millones de barriles de petróleo diarios, el mayor volumen de exportaciones de oro negro desde 2018, año en que la Administración Trump restituyó las sanciones al régimen de Alí Jamenei. Es decir, que el petróleo sancionado de Irán se está filtrando, y la mayor parte del flujo acaba en China. La cuestión está en saber cómo Teherán es capaz de distribuir tanto crudo y cómo llega el oro negro a China.

Para ello, hay que señalar que Irán cuenta con una flota ‘fantasma’ de buques que ocultan su propiedad y rastreo de movimientos para evitar ser detectados, pudiendo así transportar el crudo sancionado. Muchos de ellos cruzan el Estrecho de Malacca, entre Malasia y Singapur, para acceder al Mar de China Meridional, por lo que su rastro vuelve a ser perceptible para los radares vía satélite, hasta llegar a los puertos de Shandong. Dicha provincia china concentra el 70% de la capacidad total de refinado de crudo del país asiático.

De hecho, en Shandong se ubican numerosas ‘teteras’ («teapot» en inglés): refinerías de menor tamaño, que las de grandes firmas, como Sinopec. Las empresas que controlan estas ‘teteras’ son las que compran el crudo iraní, ya que sus operaciones no son fácilmente rastreables al tener un impacto muy reducido en el sistema financiero global y no operar con compañías tecnológicas occidentales. La razón principal por la que estas compañías optan por el crudo iraní es su precio, ya que el oro negro de Teherán es barato y de buena calidad: en este sentido, The Wall Street Journal informó el pasado mes de julio que Irán ofrecía un descuento de 30 dólares el barril.

Se trata de una jugada muy parecida a la de Rusia, cuyas petroleras han bajado los precios para poder esquivar las sanciones occidentales, logrando aumentar el volumen de exportaciones hacia países como India o China. Del mismo modo, el crudo ruso también ha sido transportado por buques fantasma iraníes, los cuales han cubierto la falta de navíos necesarios para distribuir la carga, debido a la imposibilidad de atracar en puertos occidentales y colaborar con otras navieras allí establecidas.

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