
El crecimiento económico de los últimos años, coincidiendo con el rebote desde la pandemia, está dejando una recuperación incompleta en algunos componentes. Con la lupa puesta sobre el tejido empresarial español, el Banco de España revela una recuperación incompleta respecto a la pandemia. El 25,5% de las empresas registra pérdidas (resultado ordinario neto negativo) y todavía no recupera los niveles pre-Covid, según el Banco de España, con datos hasta el primer semestre de 2024. El lado positivo es que las compañías son menos vulnerables respecto a la salida de la crisis de financiera y de deuda.
Antes de la pandemia este resultado fue de 24,6%, mientras en el momento más crudo para la economía más del 35% de empresas tenía resultados negativos y el promedio es del 29%. Las empresas han tenido luces y sombras en los últimos ejercicios. Los indicadores de vulnerabilidad empresarial se encuentran en niveles «históricamente bajos», especialmente en las empresas medianas y grandes.
Las compañías de mayor tamaño han protagonizado una importante reducción de sus niveles de deuda y hay menos firmas con elevada presión financiera. Y, en general, ha descendido el porcentaje de empresas en pérdidas, con endeudamiento elevado o con presión financiera elevada en comparativa con el histórico de la última década (2014-2023). Destaca el sector del comercio, hostelería y restauración, por ser aquel en el que se redujeron con mayor intensidad los niveles de vulnerabilidad. En sentido contrario, en la rama de energía se observó un cierto empeoramiento en los tres indicadores.
Los excedentes empresariales mostraron un comportamiento favorable en la primera mitad de 2024, siempre con heterogeneidad por sectores. Las empresas han dedicado sus excedentes a reducir grasa los últimos años para pagar la barra libre del boom de comienzo de siglo. Especialmente desde la crisis de deuda de la pasada década, cuando la inestabilidad se adueñó de los balances y el clima empresarial.

Desde la salida de la pandemia las empresas españolas están más saneadas, con un nivel de deuda inédito en más de dos décadas. La deuda de las empresas no financieras ha pasado de representar un valor que superaba el 90% del PIB en el primer trimestre de 2021 a representar el 65% en junio de 2024. Es un nivel no observado desde 2022 e, incluso, ligeramente inferior al de la eurozona (1,8 puntos), explica el supervisor en su Informe de estabilidad financiera de otoño.
La carga financiera por el coste de los intereses se ha triplicado desde verano de 2022 en relación a los excedentes empresariales y, hasta la fecha, se mantiene en niveles superiores a los observados antes del rally de subidas del Banco Central Europeo (BCE). En apenas dos años, los costes financieros han pasado de representar el 6% excedente bruto de explotación (EBE, un indicador que podría asimilarse a los márgenes empresariales), a suponer el 17,7% en el segundo trimestre del año, prácticamente el triple.
Pero esta subida no ha hecho más que igualar el indicador con la media histórica: está en la horquilla observada durante los últimos 25 años, que sitúa la carga financiera entre el 16% y el 18% de los excedentes de las empresas.
En todo caso, el supervisor percibe que las empresas están amortiguando ya el efecto del ciclo de subidas de los tipos de interés. Apuntan a que los pagos por intereses ya han experimentado un leve descenso y esta tendencia podría prologarse al ritmo de las bajadas de tipos.
Menor inversión, menor capacidad productiva
La inversión privada productiva privada ofrece pocas expectativas de dar una alegría a costa de sanear los balances amortizando deuda, lo que supone un alivio financiero considerable pero compromete el crecimiento a largo plazo. Este indicador mide la formación bruta de capital fijo sin la inversión pública ni el dinero destinado al ladrillo y está rodeado de incertidumbre.
«La atonía que persistentemente viene mostrando la inversión empresarial en nuestro país supone un riesgo a la baja para la senda de crecimiento del PIB», apuntaba el Banco de España en las proyecciones macroeconómicas presentado hace unos días. En el informe admiten que el reducido dinamismo de la inversión les está sorprendiendo de forma negativa.
Todo el dinero que se está destinando a reducir la deuda adquirida podría ir a mejorar la capacidad productiva del país y, en consecuencia, a ampliar el PIB potencial de crecimiento a largo plazo.
La inversión mantiene un escaso avance, provocando que aún no haya recuperado los niveles previos al desplome provocado por la pandemia, recalca el Instituto de Estudios Económicos (IEE), en su último informe de coyuntura. De hecho, es el único componente de la demanda interna que todavía no ha recuperado los niveles previos al Covid. Destacan la inversión en maquinaria y bienes de equipo como principal deber.
En la presentación del informe de coyuntura, su presidente Íñigo Fernández de Mesa destacó que la inversión sigue siendo «la gran debilidad» de la economía española. La debilidad de la inversión privada se ha compensado sobre el papel por el impulso de la inversión pública. Los fondos europeos Next Generation EU habría contribuido a ello.
Según la Contabilidad Nacional Trimestral del Instituto Nacional de Estadística (INE), la inversión en bienes de equipo mantiene un crecimiento discreto, del 0,2% trimestral. Respecto a finales de 2019, la inversión en construcción todavía se encuentra un -2,6% por debajo, que se agrava en el caso de la inversión en maquinaria y equipo hasta el -4,3%.