• Las familias se enfrentan a una pérdida de poder adquisitivo que dañará el consumo
  • Las empresas lidian con unos costes cada vez mayores que entorpecen la inversión
  • Los bancos centrales podrían verse obligados a echar el freno de mano

 

 

El año 2021 fue el de la recuperación de la demanda y el consumo de forma repentina (casi súbita), disparando el precio del petróleo, metales, gas y decenas de inptus cuya producción (lado de la oferta) no estaba preparada para la rápida recuperación de la demanda. En 2022 se esperaba que llegase la calma a los precios, puesto que todos esos factores ‘temporales’ debían corregirse en el corto plazo. Sin embargo, el mundo ha entrado en 2022 y la inflación sigue muy viva. La banca central se apresura a endurecer su política monetaria, iniciando un camino que debería ser progresivo, pero que ahora podría recorrerse en unos pocos meses, acercando a EEUU y al mundo a la próxima recesión. ¿Qué ha fallado en los planes de bancos centrales, gobiernos e instituciones económicas?

Primero, la inflación ha llegado mucho más lejos de lo que se creía en un principio. Los precios han batido las expectativas y la inflación se ha expandido por casi toda la cesta de la compra de los hogares. Las ondas de lo que empezó siendo un fenómeno puramente energético han ido expandiéndose a todos los bienes y servicios. Robin Brooks, economista jefe del IIF, publicó un gráfico la semana pasada en el que se podía ver que hasta el 90% de los componentes del IPC americano ya sufrían un auge de precios superior al 2%, mientras que en países como Alemania o España la subida de precios tocaba a más del 70% de la cesta. La inflación está por todas partes y la banca central lo sabe.

Ahora la inflación tiene fuerza propia, su descenso será más lento y la banca central se ve obligada a dar varios pasos de golpe. Pero sobre todo lo que ha fallado han sido los cálculos sobre la energía. Frente a la caída esperada en los precios del petróleo y otras materias primas, la energía volvió a repuntar en enero, contribuyendo otra vez de forma positiva en los datos de IPC. Dentro de la energía están destacando el gas y el petróleo.

El precio del petróleo se dirige hasta los 100 dólares el barril por primera vez desde 2014, una cifra que muy pocos tenían en sus proyecciones. Sin embargo, ahora este escenario es prácticamente una realidad y amenaza con asestar un doble golpe a la economía mundial, puesto que un petróleo caro puede afectar al crecimiento económico, por un lado, y alimentar el shock inflacionario por otro.

Recuperación y subidas de tipos

Esa es una combinación preocupante para la Reserva Federal de EEUU o el BCE, que buscan contener las presiones inflacionistas intentando entorpecer lo menos posible la recuperación de la economía. Aunque una subida del precio del petróleo ya no es lo que era (la producción está más diversificada a nivel mundial), gran parte del mundo (sobre todo los grandes importadores netos) se verá afectado a través de unos costes cada vez mayores para las empresas (transporte, energía, inputs intensivos en petróleo…) y unas familias cuyo poder adquisitivo se verá seriamente amenazado.

En definitiva, una subida fuerte y, sobre todo, prolongada del petróleo puede dañar a la economía por el lado de la inversión/oferta (problemas de costes que genera para las empresas) y del consumo/demanda (si los hogares tienen que gastar una mayor porción de sus ingresos en la energía tendrán que ajustarse el cinturón con el resto de bienes y servicios). Como señala la teoría económica, la demanda de energía es muy rígida en el corto plazo, puesto que familias y empresas no tienen la capacidad que sustituir las fuentes de energía que usan a diario por otras más baratas o eficientes de forma rápida.

Según el modelo Shok de Bloomberg Economics, una subida del crudo a 100 dólares a finales de este mes elevaría la inflación en aproximadamente medio punto porcentual en EEUU y Europa en la segunda mitad del año. Además, en el caso de la zona euro restaría alrededor de 0,3 puntos de crecimiento trimestral en el primer trimestre de este año y unos 0,15 puntos en el siguiente. Ahora mismo, el petróleo está un 50% más alto que hace un año.

Chris Iggo, CIO Core Investments en AXA IM, advierte de que el aumento mensual de la inflación del 0,6% «podría mantener la inflación anual cerca del 7% durante el resto del año, lo que significaría subidas más agresivas por parte de la Fed y acercaría la próxima recesión». Y advierte: «Si pasamos a incrementos mensuales entre el 0,6% y el 0,4%, la inflación anual caerá, pero no tanto como se esperaba. El riesgo de una corrección del 20% en los mercados de renta variable de EEUU y de alcanzar al menos un rendimiento del 2,5% en los bonos del Tesoro a 10 años está muy vivo», asegura el experto.

Aunque esta parezca una visión un tanto exagerada, los analistas de Bank of America Merrill Lynch también han advertido recientemente de que la economía está entrando en la parte final del ciclo. La crisis del covid y la vasta respuesta de los gobiernos y banca central (estímulos y más estímulos) lo ha acelerado todo. 

Desde Danske Bank explicaban esta mañana en una nota que ahora «vemos riesgos al alza de un escenario en el que la Fed tira del freno de emergencia antes y con más fuerza. Esto también supondría un mayor riesgo de una recesión en el futuro y no nos sorprendería que la curva de rendimiento se invierta reflejando mayores temores de recesión», aseguran los expertos del banco nórdico.

¿Por qué se mantiene tan alto el petróleo?

El precio del crudo ha sido en otras ocasiones un buen indicador para vaticinar la llegada de una recesión. En este caso, el ‘oro negro’ está siendo uno de los grandes propulsores de la inflación. Entre los factores que están impulsando su precio cabe destacar el resurgimiento mundial de la demanda ya mencionado, las tensiones geopolíticas provocadas Rusia (el mayor productor de petróleo del mundo) y una oferta restringida por los recortes de la OPEP, que aunque se están revirtiendo poco a poco, lo hacen a un ritmo lento (400.000 barriles por mes). La llave para resolver este problema de forma rápida y sostenible sería que se produjese un incremento de la inversión en este sector o la vuelta de Irán a los mercados internacionales de petróleo, lo que supondrá un ‘salto’ para la oferta casi de la noche a la mañana.

Aunque no para hablarse de energía verde y renovables, los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) proporcionan más del 80% de la energía de la economía mundial. El coste de una cesta típica que incluye estos productos y sus derivados ha aumentado un 50% con respecto al año anterior, según Gavekal Research. Esto está impactando en la inflación de todos los países del mundo, incluido EEUU o la Eurozona.

En el caso de EEUU, Iggo reconoce que «los aumentos mensuales de la inflación del 0,6% son bastante inusuales, por lo que la probabilidad es que veamos una cierta relajación que permita que la tasa interanual se modere. Pero a corto plazo esto parece más una esperanza que una expectativa. Y lo que es válido para EEUU probablemente lo sea para Europa y otros lugares», señala el experto.

Iggo continúa comentando que «la inflación sigue siendo más alta de lo que se esperaba. Esto significa que los tipos de interés más altos deben ser valorados con las potenciales implicaciones negativas para las perspectivas económicas y para los activos de riesgo» ya que «los inversores desconfían de los mercados de renta fija porque los rendimientos y… desconfían de los mercados de renta variable porque las valoraciones siguen siendo superiores a las que había antes de la pandemia».