Vladimir Putin bandera RusiaVladimir Putin sonríe al lado de la bandera de Rusia. Reuters

No es ningún secreto que el arma mejor ensamblada por EEUU y sus socios occidentales contra Rusia se ha encasquillado. La realidad es que el en su día celebrado tope a los precios del petróleo ruso ha hecho aguas. El pasado mes de diciembre, las potencias del G-7 con EEUU al frente, la Unión Europea y Australia pergeñaron un plan a priori infalible: topando a 60 dólares el barril los precios del petróleo ruso, Moscú atravesaría mayores dificultades financieras para sostener el esfuerzo bélico en Ucrania, pero el mercado global del crudo no se desestabilizaría. Menos de un año después, el petróleo ruso ha superado con creces el tope fijado y sigue llegando a la Unión Europea a través de una refinería enorme que se encuentra dentro del territorio UE, para preocupación de destacados funcionarios de las administraciones estadounidense y europea.

Para hacer cumplir el tope, las economías occidentales impusieron la prohibición de asegurar a los petroleros que transportaban petróleo ruso comprado a precios superiores al tope: «La lógica era sencilla: el crudo ruso tenía que seguir fluyendo a destinos fuera de Occidente para evitar un repunte de los precios mundiales del petróleo que se habría desencadenado por una caída de la oferta, mientras que los ingresos petroleros de Moscú tenían que reducirse para frustrar sus esfuerzos militares», explicaba recientemente en un análisis Edoardo Campanella, estratega de UniCredit.

Una flota fantasma muy viva

La medida, muy criticada por el Kremlin, pareció funcionar en principio. Llegó a haber semanas en las que el barril de los Urales, el de referencia en el país, coqueteó con perder los 50 dólares. El contexto global de precios del petróleo a la baja contribuyó a que el tope aguantase relativamente los primeros meses. Sin embargo, Rusia empezó a encontrar soluciones imaginativas con las que darle la vuelta a la tortilla y sortear el embargo. Con su ‘flota fantasma’ de viejos petroleros, el Kremlin ha conseguido eludir las restricciones occidentales.

A finales de septiembre, trascendió que casi tres cuartas partes de todos los flujos marítimos de crudo ruso viajaron sin seguro occidental en agosto, una señal clave de que más estaban empezando a eludir el límite. En octubre, solo 37 de los 134 buques que enviaron petróleo ruso tenían seguro occidental y los funcionarios dicen que el número que opera por debajo del límite probablemente sea ahora mucho menor.

Esto se reflejó enseguida en los precios. Poco a poco los empezaron a rebasar los 60 dólares. Durante el verano, los recortes de producción avanzados por la OPEP+, con Arabia Saudí a la cabeza, han hecho el resto. Desde julio, el precio del barril de los Urales ha sobrepasado con claridad la frontera de los 60 dólares. Las estadísticas oficiales rusas muestran que en octubre el precio medio rebasó los 80 dólares.

Esto ha disparado el malestar entre unos funcionarios occidentales que, sin embargo, desde hace meses no revisan el tope, un compromiso bimestral que se lanzó desde la UE. El tope se ha dejado tal y como está durante meses en los que el mercado global del petróleo se ha visto sacudido con el barril de Brent, el de referencia mundial, acercándose peligrosamente a los 100 dólares en medio de constantes tensiones geopolíticas, coronadas con el conflicto en Gaza. La idea que subyace a esto es que los líderes occidentales, encabezados por un Joe Biden que tiene elecciones en EEUU el año que viene, no quieren empeorar la relación con sus electorados con una nueva subida de la gasolina que vuelva a mermar el poder adquisitivo de los ciudadanos.

No obstante, parece que los socios occidentes se muestran firmes a la hora de reforzar su compromiso. «Los últimos datos demuestran que vamos a tener que ser más duros… No hay absolutamente ningún deseo de permitir que Rusia siga haciendo esto», ha expresado un alto funcionario europeo al Financial Times. A los funcionarios europeos les preocupa que algunos proveedores de seguros occidentales hayan recibido declaraciones falsas de compañías o comerciantes petroleros rusos, que deben proporcionar garantías por escrito de que el precio del crudo es inferior a 60 dólares. Un mecanismo mediante el cual esto se ha logrado anteriormente es inflar los costos de envío.

Un funcionario del Tesoro de EEUU ha asegurado al mismo medio que el objetivo no era solo un esfuerzo por «hacer que tantos barriles de petróleo como sea posible viajen bajo el tope», sino también «cambiar los incentivos de Rusia de una manera que le obligue a tomar decisiones difíciles». Pasar a vender petróleo en gran medida sin seguros ni envíos occidentales ha causado un «gran coste» al Kremlin, argumentan.

Jeffrey Sonnenfeld, profesor de la Escuela de Administración de Yale que ha asesorado al Tesoro de EEUU sobre el límite de precios, defiende que los viajes más largos para los petroleros rusos, las primas de seguro más altas, las ampliaciones de capacidad portuaria y los nuevos gastos de capital habrían añadido alrededor de 36 dólares por barril de gasto, limitando las ganancias de Moscú. Sin embargo, con el Brent promediando 89 dólares en octubre (ha caído bastante poco después), Rusia ha estado comerciando su crudo con un descuento de 10 dólares frente a los más de 40 a principios de año.

Este nuevo impulso por parte de las autoridades occidentales empieza a materializarse. La semana pasada, el Reino Unido sancionó a Paramount Energy & Commodities, un comerciante con sede en Dubai, diciendo que había sido «utilizado por Rusia para suavizar el golpe de las sanciones relacionadas con el petróleo». El Departamento del Tesoro de EEUU solicitó este mes información a 30 compañías de gestión de buques sobre 98 buques que sospecha que violan el tope, según informaciones de Reuters. De las 30 empresas de gestión de buques contactadas, 17 de ellas estaban en países de la coalición impulsora del tope.

El petróleo ruso entra a raudales en la UE

Rusia no solo está ganando cientos de millones de dólares esquivando el tope al precio, además está logrando colar el crudo ruso en lugares insospechados. Una investigación conjunta de Global Witness, el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA) y el Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) revela que incluso una refinería en la Unión Europea está haciendo saltar por los aires una de las sanciones a Rusia y aumentando los ingresos de Moscú gracias a un país de la Unión Europea.

Situada cerca del puerto de Burgas, en el Mar Negro, Neftochim Burgas es la refinería más grande de Bulgaria y también se ha convertido en uno de los mayores consumidores mundiales de petróleo ruso. Los datos del think tank finlandés CREA, junto a otros institutos de investigación, revelan que esta refinería consumió más de 4,95 millones de toneladas de crudo ruso en los primeros diez meses de 2023, enviando aproximadamente 1.130 millones de euros al Kremlin en ingresos fiscales directos. Según el presidente ruso Vladimir Putin, eso es suficiente para gestionar el grupo mercenario Wagner durante un año.

La investigación de CREA para 2023 muestra que Bulgaria es el cuarto mayor comprador de petróleo crudo ruso transportado por vía marítima, solo detrás de India, China y Turquía. Cuando la UE implementó un embargo sobre el petróleo ruso en diciembre de 2022, a Bulgaria se le concedió una exención para «garantizar la seguridad del suministro» a nivel nacional y permitir la venta de combustible a Ucrania. «El objetivo de la excepción es que Bulgaria pueda abastecerse pero no vender petróleo ruso importado a otros países», afirmó el año pasado un portavoz de la Comisión Europea.

Bulgaria compra mucho petróleo ruso

Pero nuestra investigación muestra que, en lugar de limitarse a satisfacer la demanda interna búlgara, la refinería, de propiedad mayoritaria y operada por el gigante ruso de combustibles fósiles Lukoil, parece estar explotando la exención. El análisis de Global Witness de los datos de Kpler muestra que antes de la invasión de Ucrania, el consumo de petróleo ruso por parte del Puerto de Burgas representaba alrededor del 70% de sus importaciones totales.

Esta cifra ha aumentado hasta el 93% en los diez primeros meses de este año. Al mismo tiempo, Burgas exportaba grandes cantidades de los productos que refinaba. El análisis de CREA estima que solo las exportaciones marítimas de productos refinados del petróleo están valoradas en 984 millones de euros en los primeros 10 meses de 2023. Una parte de este crudo refinado podría estar exportándose al corazón de la Unión Europea.

Con estos datos, la OPEP no ha parado de revisar al alza las previsiones de producción de petróleo ruso. La última se ha producido en el informe mensual publicado esta misma semana. La OPEP cree que Rusia producirán 80.000 barriles más diarios de lo previsto en el anterior boletín. Frente a las previsiones iniciales que hablaban de una caída de la producción rusa de cerca de un millón de barriles, Moscú bombeará más de 10,6 millones de barriles de petróleo diarios en 2023, unos 400.000 menos que en 2022. Para 2024 se espera que la cantidad sea exactamente la misma.

Con todo, la Agencia Internacional de la Energía revela que los ingresos por exportaciones de petróleo de Rusia aumentaron en 1.800 millones de dólares, hasta los 18.800 millones de dólares en septiembre, su nivel más alto desde julio de 2022. Las exportaciones totales de petróleo aumentaron en 460.000 barriles diarios, hasta los 7,6 millones de barriles. Pero lo que es más grave, «el precio medio ponderado de exportación del crudo aumentó 8 dólares el barril hasta los 81,80 dólares el barril, reduciendo su descuento con respecto al Mar del Norte a 12,20 dólares el barril, su nivel más bajo desde marzo de 2022», sentencia el informe.

Fuente