• Los grandes institutos del país estiman un impacto de 220.000 millones
  • La poderosa industria está cada vez más cerca de sufrir paradas de actividad
  • Ni la pandemia, ni la crisis de 2008 golpearon con tanta fuerza

 

Los primeros analistas ponen cifras y dibujan el escenario de Alemania con un corte total de suministro ruso. La caída podría superar a la contracción anual experimentada por el covid en 2020. Hay cierto consenso en apuntar a una pérdida de más de 200.000 millones de euros por la paralización de la industria. Desde la II Guerra Mundial no se habría dado tal destrucción de producción. El país puede quedarse sin reservas de gas en febrero, si no consigue recortar la demanda en un 30%.

En Invernalia, la última región de los Siete Reinos antes de chocar con el muro, la frase Winter is coming concentra todos los miedos del mundo ficticio de Juego de tronos, en el invierno. En pleno mes de julio, Alemania se prepara para su particular Winter is coming. La economía más grande de la zona euro se enfrenta al mayor desafío económico en décadas. «Si se cortara el suministro ruso de gas, la economía alemana sufriría una fuerte recesión», comenta Stefan Kooths, vicepresidente y director de investigación de ciclos económicos y crecimiento del Instituto de Kiel. La institución, junto al DIW de Berlin, el Instituto IFO de Munich, el Instituto IWH de Halle y el instituto RWI de Essen, han calculado que el impacto en el PIB del país sería de 220.000 millones de euros.

Los cinco organismos son de los más prestigiosos de Alemania y están muy lejos de ser instituciones alarmistas. En porcentaje, se traduce en una caída del 5,2% en 2022 y del 6% para 2023. Son cifras que dejan pequeño al impacto anual que supuso el coronavirus en 2020 (el PIB germano cayó un 4,6%) o el retroceso que sufrió la economía en 2009, tras la caída de Lehman Brothers (el PIB se contrajo un 5,7%). Se trata de las mayores caídas de producción desde la II Guerra Mundial. Las dos anteriores crisis para Alemania fueron caídas rápidas, que no duraron demasiado. Pero en esta ocasión, si se cumplen los peores presagios, el golpe será dilatado en el tiempo y duro.

Actualmente, las reservas alemanas de gas se encuentran cerca del 65%. El Gobierno de Olaf Scholz se marcó el objetivo de alcanzar el 90% para afrontar con cierta seguridad un corte de suministro por parte de Moscú. Pero será insuficiente, con un escenario de bloqueo total del gas ruso y con las importaciones de gas licuado al límite. Según cálculos del think tank Brueguelel país se quedaría sin inventarios a partir de febrero. Básicamente, se verá obligado a parar la industria si quiere finalizar el invierno con un pequeño porcentaje de inventario. Los expertos Georg Zachman y Ben McWilliams de la institución apuntan a un ajuste de la demanda de gas del 30%, lo que en la práctica supone que el sector privado asuma recortes en los suministros.

 

El cierre del grifo por parte de Moscú supondría empujar a la poderosa industria alemana al abismo. Gran parte del sector, como químico, de bienes intermedios, aluminio, cemento, acero o vidrio, necesita hacer un uso intensivo de electricidad. Cortes o racionamiento de energía supondría la caída de muchas compañías. «Sería el colapso permanente de muchos sectores con implicaciones masivas para el empleo y la economía», comentaba hace algunas semanas Yasmin Fahimi, líder del principal sindicato del país.

En este momento, Rusia tiene detenidas las exportaciones de gas a través de Nord Stream, el gasoducto más grande que conecta Rusia con Europa a través del Mar Báltico con destino a Alemania. Moscú mantiene que el suministro se reanudará el próximo 21 de julio, dentro del período previsto en funciones de mantenimiento. Pero el Gobierno de Olaf Scholz duda de que el gas vuelva a fluir con cierta normalidad, después de que se haya reducido un 40% antes de comenzar con los trabajos. Los economistas de Deutsche Bank ya contemplan en sus previsiones una recesión para la economía alemana para la segunda mitad del año, aunque no haya un corte total del gas. «Una probable disminución adicional en el suministro de gas ruso después del mantenimiento ya tendrá consecuencias económicas en la industria», comentan los expertos. Pero, tampoco descartan un cierre completo del suministro. «Habría un racionamiento de gas a la industria que llevará a una caída del PIB de entre 5% y 6% en 2023», subrayan en un reciente informe.

Berlín, por ahora, ha adoptado el nivel 2 de alerta de su plan de emergencia ante desabastecimiento de gas. La principal novedad de este escenario es que permite la reactivación de las centrales de carbón, pero el Gobierno ha obviado la posibilidad de trasladar el aumento del precio de la energía a los clientes finales, pese a que no espera que la capacidad de Nord Stream vuelva a superar el 40%, apuntan Maeva Cousin y Martin Ademme de Bloomberg Economics. Y subrayan que «el Gobierno ha frenado el impacto en familias y empresas, pero se ha dejado pasar una buena oportunidad para reducir la demanda».

El nivel 3 del plan contempla planes de racionamiento en caso de que el suministro por parte de Rusia baje del 40%. Se activaría si la crisis se agravara y los participantes del mercado se vieran desbordados. El Estado intervendría en el mercado, transformando la Agencia Federal de Redes en el «distribuidor de carga federal» y pasaría a ser responsable de determinar en coordinación con los operadores la distribución de gas.

En otras palabras, esta distribución del gas controlada por el Estado se traduciría en un racionamiento. Los hogares, empresas sociales u hospitales gozarían de especial protección. No sufrirían cortes, pero si comenzarían asumir el incremento de los precios.

En este escenario, según los analistas del banco suizo UBS, desencadenaría una «profunda recesión» con casi el 6% del PIB eliminado para fines del próximo año. El Bundesbank ha advertido que los efectos colaterales en las cadenas de suministro globales «aumentarían el efecto de choque original a dos veces y media el tamaño».

«Solo el 2% de las fábricas alemanas tienen alternativas al gas»

A medida que la industria de toda Alemania se enfrenta a la perspectiva real de funcionar sin gas, algunas empresas ya contemplan reducir la producción a cero. La patronal de compañías químicas VCI, el sector más importante de la economía germana por detrás de la automoción y la industria pesada, advierte que será inevitable planificar recortes o paradas de producción para la próxima semana si hay problemas con el suministro de gas. «Algunas empresas todavía tienen instalaciones para utilizar carbón, pero solo el 2 o el 3% del consumo de gas en nuestra industria puede reemplazarse de esta manera«, comenta el portavoz de la asociación empresarial, Jörg Rothermel, a Financial Times.

BASF, la principal compañía química del país, ha reconocido que tendrá que parar sus plantas de craqueo en Ludwigshafen, si los suministros caen por debajo del 50% que normalmente le llegan. La industria pesada todavía lo tiene peor. ThyssenKrupp, una de las siderúrgicas más grandes de Europa, puede verse obligada a desconectar sus altos hornos y exponerse a daños graves en sus instalaciones. Otra compañía emblemática de Alemania, como la farmacéutica Merck cuenta con planes de contingencia, que permite usar carburantes como gasolina y diésel para continuar con su producción.

Pero el problema para la industria no es solo si habrá escasez total de gas. Ya están soportando unos precios energéticos estratosféricos. El precio de la electricidad ha llegado a superar los 350 euros el MWh, cuando la media en los últimos años se situaba en torno a 40 euros. Mientras, el precio del gas se han multiplicado por ocho en los últimos 18 meses, pasando de unos 20 euros el MWh a más de 160 euros. La Agencia Internacional de la Energía pronostica que este invierno el precio de la luz en el mercado mayorista se duplicará

El Gobierno alemán se ha comprometido a movilizar un fondo de 5.000 millones para ayudar a los sectores más afectados de la industria. Y además prepara el rescate de la gasista Uniper asfixiada por los elevados precios. Por ahora, Berlín intenta mantener que los costes todavía no se trasladen a los consumidores y empresas. Pero sería difícil de explicar que haya un rescate de la compañía gasista y no se repercuta el aumento de precios al cliente final.

Desde junio de 2021, el precio del gas se ha encarecido un 360%. Según cálculos de Bank of America, los precios al productor muestran un aumento de más del 220% y los precios del gas al consumidor apuntan a un encarecimiento del 6% durante el mismo período.

«En un escenario en el que los suministros de Nordstream 1 vuelven al 40 % y con los depósitos de gas llenos, se requeriría recortes en la demanda equivalentes a aproximadamente un tercio de todo el gas utilizado por el sector industrial«, subrayan Cousin y Ademme. Sus cálculos son más alarmantes que los de Brueguel, que contemplaban recorte de demanda parecido pero con un corte total de gas ruso. En todo caso, los expertos anticipan racionamiento y traslado de los precios mayoristas para contener la demanda.

El regulador de redes en Alemania (Bundesnetzagentur), un organismo encargado de velar por las infraestructuras de electricidad, gas, telecomunicaciones o ferrocarril, elaboró siete escenarios posibles, a partir del próximo jueves, cuando terminan las labores de mantenimiento en el Nord Stream 1. En tres de ellos, se contempla restricciones de suministro respecto a los días anteriores al 11 de julio y la necesidad de necesidades de racionamiento entre 2% y 12% del consumo anual normal de gas en el país. Para los analistas de Bank of America supodría una pérdida del PIB de entre el 0,7% y el 1,6%. El país estaría condenado a la recesión, teniendo en cuenta que nadie esperaba, sin corte ruso, un crecimiento trimestral superior al 0,3%. La estimación del banco de inversión solo tiene en cuenta el impacto en el sector industrial. Los expertos de la firma apuntan a que «hay potencial para mayores efectos sobre la economía a través de la confianza, subida de precios y más incertidumbre».

«Sin corte ruso, también se terminarán las reservas en Alemania»

«El riesgo de interrupciones en el suministro de gas es cada vez más probable y nuestra convicción en nuestro caso base se está desvaneciendo rápidamente», añaden en un reciente informe. El problema es que Bank of America ya asumía que Alemania iba a caer en recesión entre el segundo y tercer trimestre de este año, en una previsión de PIB de crecimiento del 1,1% para 2022 y del 1,4% para 2023. Aunque no pase lo peor con el gasoducto de Gazprom, «hay muchas posibilidades de un agotamiento casi total de los inventarios de gas en algún momento durante el invierno o principios de la primavera». El racionamiento de gas parece prácticamente inevitable, sobre todo si hay un invierno frío.

En el posible corte de suministro por parte de Moscú no solo se la juega Alemania, también el resto de Europa.  El gas ruso que llega a Alemania desde Nord Stream se suele redistribuir a la República Checa, Austria, Suiza y, en menor medida, Francia y Dinamarca. En condiciones normales, «Alemania reexporta el 40% de sus importaciones», apuntan desde Bloomberg Economics. Cousin y Ademmer considera que será clave si los recortes son asumidos solo por Alemania o compartidos con los clientes intermedios» para paliar el impacto. La forma en que se coordine el plan de emergencia de la Unión Europea, que se presentará esta semana, debería dar alguna pista si se van a compensar de alguna manera a los países que sufran mayor déficit.

La Comisión Europa presenta hoy el plan de emergencia energética con el título Save gas for a safe Winter. Queda ver los pequeños detalles, pero se establecerá un mecanismo de solidaridad entre los países de la UE para garantizar siempre el suministro de gas a los consumidores más vulnerables. Y se pedirá a los países de la UE que estudien la posibilidad de cambiar el gas utilizado para la producción de electricidad por mayor uso de carbón y energía nuclear. En las previsiones de verano de la Comisión Europea, que se publicaron la semana pasada, se obvió el impacto del probable corte de suministro ruso. En ningún caso, se contemplaba un hundimiento de la economía germana, ni tampoco de la zona euro. Para Alemania daban un crecimiento del PIB del 1,4% y del 1,3%, para 2022 y 2023, respectivamente.

Bruselas se ha guardado las malas noticias para la presentación del plan de emergencia. Según el borrador que ya circula por las capitales europeas, la Comisión Europea calcula que el impacto del corte de suministro ruso en el conjunto de la zona euro supondría hasta 1,5 puntos del PIB, prácticamente el crecimiento previsto para 2023, del 1,4%. Significaría que la economía del euro entraría en recesión, pero parece un impacto demasiado limitado, teniendo en cuenta que el PIB de Alemania tuvo un peso del 28% en el conjunto de la zona euro y los economistas germanos esperan un golpe a la producción de 220.000 millones de euros.

Fuente: eleconomista.es