El SARS-CoV-2 ha tenido un enorme impacto en todo el mundo. No sólo sanitario, con más de 3,72 millones de muertos desde que estallara la pandemia, sino también económico. El confinamiento obligatorio y las restricciones a la movilidad impuestas por los diferentes gobiernos para detener la propagación del virus han supuesto una parálisis de la economía, que a lo largo de 2020 se tradujo en diferentes hitos nunca antes vistos.
Por poner sólo un ejemplo, en abril del año pasado el barril de petróleo West Texas Intermediate se desplomó hasta los -37,63 dólares. Es decir, quien comprará el petróleo de referencia en Estados Unidos hace poco más de un año no tendría que pagar, sino que recibiría esa cantidad por cada barril. Sin llegar a marcar registros negativos, el precio del Brent, de referencia en Europa, también se hundió, en este caso por debajo de los 20 dólares por barril.
Los principales motivos que explican ese rally bajista de las cotizaciones petroleras se encuentran en la práctica desaparición de la demanda. Las instalaciones de almacenamiento se encontraban al 100% y sin visos de recuperar capacidad de stock, pues no había consumo. Sin embargo, la paulatina recuperación de la economía ha implicado un repunte progresivo de la demanda y el petróleo ha experimentado una progresión equivalente.
Si bien el PVP de los carburantes no depende directamente del precio del Brent, sino de las cotizaciones internacionales de gasolina y gasóleo, que son los productos a los que están referenciadas las fórmulas de compra de las estaciones de servicio a los operadores al por mayor, estas magnitudes sí evolucionan de manera similar a como lo hace el barril de petróleo.
Por eso, en los momentos más duros del confinamiento, los precios de la gasolina y el gasóleo cayeron en picado. Por un lado, las cotizaciones internacionales de estos productos se desplomaron y, por otro, la ausencia de demanda (con caídas superiores al 90% derivadas de la restricción de la movilidad) tiraron de los precios a la baja, hasta alcanzar su mínimo el 25 de mayo de 2020, cuando el litro de gasolina costaba de media 1,09 euros y el de gasóleo bajaba hasta un PVP promedio de 1,00 euro.
Mucho ha cambiado la cosa desde entonces, pues según el último Boletín Petrolero de la UE, el litro de gasolina tiene un precio medio de 1,35 euros y el de diésel asciende a 1,21 euros, lo que representa un encarecimiento del 23,42% y del 21,24%, respectivamente, en relación a los valores que se daban hace poco más de un año en los surtidores españoles.
Estos incrementos de precios están copando la atención de los medios de comunicación, que bombardean constantemente a la sociedad con noticias relativas al encarecimiento de los carburantes coincidiendo con el fin de las restricciones a la movilidad. Lo que obvian sistemáticamente esas noticias es que la subida de los precios de los carburantes no supone un hecho aislado en un mercado global de precios a la baja, sino que todos los productos básicos, sin excepción, han experimentado encarecimientos sobresalientes en los últimos 12 meses.
Así, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), alertaba hace sólo unos días de que los precios globales de los productos alimentarios sufrieron a lo largo del mes de mayo el crecimiento más destacado de la última década. De hecho, de media, los alimentos fueron en mayo de este año un 39,7% más caros que en el mismo mes del año pasado.
La reactivación de la economía mundial no ha provocado únicamente la subida de precios de los carburantes y de los alimentos, sino que todas las materias primas están disparadas. A ello hay que sumar las tensiones que se producen en las cadenas de suministro, que no han tenido tiempo material de volver a la situación pre-Covid una vez la pandemia ha comenzado a remitir. Falta de todo, desde microchips hasta contenedores para transportar las mercancías que se demandan. Y, como es lógico, esa escasez de la oferta está disparando los precios.
Variación precio % últimos 12 meses
Madera +304%
Mineral de hierro +114%
Aceite de soja +85%
Maíz +85%
Paladio +54%
Plata +53%
Hojalata +80%
Soja +66%
Cobre +65%
Cerdo +56%
Fuente: Visual Capitalist
¿Todavía te parece extraño y excesivo que la gasolina haya subido un 20,2% y el gasóleo un 16,5% en el último año (según el INE)?